La capital guaireña vivió una jornada cargada de color, música, danza y juventud, consolidando esta celebración como una de las más esperadas de la región.
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El encuentro congregó a instituciones educativas, organizaciones sociales, religiosos, voluntarios, personas con discapacidad y adultos mayores, que se sumaron con entusiasmo a la fiesta de la naturaleza y de la integración ciudadana.
La creatividad, la diversidad y la inclusión fueron ejes centrales de esta edición, que buscó reflejar el espíritu solidario y alegre de los villarriqueños.
Las carrozas, decoradas con miles de flores naturales y globos multicolores, captaron la atención del público en cada pasada.
Jóvenes y niños desfilaron con trajes alusivos a la estación, mientras los equipos presentaron danzas típicas y modernas, acompañados de sus candidatas al cetro de Miss Primavera, uno de los momentos más esperados por los asistentes.
En total, más de 10 grupos compitieron presentando alegorías que giraron en torno a la primavera, la cultura paraguaya y el valor de la juventud.
Este año, el evento puso especial énfasis en la difusión de las flores nativas del Paraguay, no solo como un símbolo de belleza, sino también como un recordatorio de la importancia de preservar la naturaleza y fomentar el respeto por el medio ambiente.
Tras la deliberación de un jurado integrado por personalidades locales, destacaron la originalidad y al mensaje de cada una de las presentaciones.
La elección de la nueva soberana de la Primavera también despertó gran expectativa y se convirtió en uno de los momentos más aplaudidos por el público.
El secretario municipal de Juventud, ingeniero Román Cuyer, destacó el impacto social y cultural del corso.
“Este evento reunió a miles de personas en un ambiente de integración y sano esparcimiento. Es una tradición que crece cada año, que identifica a Villarrica y que proyecta a nuestra ciudad como un referente cultural en el interior del país”, expresó.
La fiesta también contó con un paseo gastronómico, donde productores locales ofrecieron una amplia variedad de platos típicos y artesanías. El espacio se convirtió en una oportunidad para promover la economía local y para que las familias disfruten de un entorno festivo, con sabores tradicionales y opciones para todos los gustos.
Con este corso, Villarrica dio oficialmente la bienvenida a la primavera con color, bullicio y alegría, reafirmando que la estación de las flores es también una ocasión para el encuentro comunitario, la promoción de la cultura y la esperanza de un nuevo ciclo que florece en el corazón del Guairá.