Richart González
VILLARRICA
La reliquia de la beata María Felicia de Jesús Sacramentado, popularmente conocida como Chiquitunga, llegó el pasado sábado a la ciudad de Villarrica, y una multitud la recibió desde la entrada de la ciudad hasta la Catedral.
La carmelita cumplirá el próximo 12 de enero los 100 años de haber nacido en la capital guaireña y haber hecho historia con su trabajo en favor de los más vulnerables de la sociedad. En el marco de su centenario, se realizan varias actividades conmemorativas.
Toda una fiesta se preparó en la capital guaireña para celebrar el centenario de la carmelita que tiene a muchos devotos expectantes en todo el mundo.
“Solo estamos cumpliendo lo que ella pidió en vida, que es recorrer todos los rincones de su amado Paraguay, y en esta fecha especial ella vuelve a su ciudad natal, Villarrica”, manifestó Carmen Gamarra, de la Hermandad de Chiquitunga, al dar cuenta del espíritu andariego que caracterizó en vida a María Felicia.
La festividad se centra en la Catedral Villarrica del Espíritu Santo, donde la primera beata paraguaya fue bautizada. En las calles de esta ciudad aún se puede sentir su esencia y de hecho, una calle lleva el nombre de Chiquitunga en su honor.
“Todas las comunidades estarán presentes para esta gran fiesta”, agregó Gamarra.
El viernes pasado –dijo– iniciaron el novenario en la Catedral, el cual se extenderá hasta el sábado 11 de enero. En el cierre se prevé un momento artístico, con presentaciones de cantantes, instrumentistas y hasta representaciones especiales para rememorar la vida de la carmelita.
Gamarra, de la Hermandad de Chiquitunga, señaló estar muy emocionada con los 100 años de la beata y se mostró optimista en que pronto sea declarada santa.
María Felicia de Jesús Sacramentado nació en Villarrica el 12 de enero de 1925. A los 14 años se unió a la Acción Católica y trabajó en la catequesis con niños, jóvenes, trabajadores, universitarios con problemas, con los pobres, enfermos y ancianos.
Cuando tenía 30 años respondió al llamado que Dios le hizo para ingresar a la vida contemplativa en el Carmelo de Asunción, el 14 de agosto de 1955.
Según los testimonios de las carmelitas descalzas que compartieron con ella durante cuatro años, Chiquitunga se caracterizó por “su gran espíritu de sacrificio, caridad y generosidad, todo envuelto en gran mansedumbre y comunicativa alegría”.
Falleció a la edad de 34 años, el 28 de marzo de 1959, tras estar internada un poco más de un mes por una hepatitis que contrajo. Aseguran que sus últimas palabras fueron: “Papito querido, ¡qué feliz soy! ¡Qué grande es la Religión Católica! ¡Qué dicha el encuentro con mi Jesús! ¡Soy muy feliz!” y “Jesús te amo. ¡Qué dulce encuentro! ¡Virgen María!”.
