Según López Arce, en el ecosistema laboral actual existe una preocupante tendencia: se critica duramente al sistema formal de créditos mientras se defiende, en muchos casos, al sistema usurero. “Es un verdadero síndrome de Estocolmo. El trabajador, víctima de intereses exorbitantes, termina generando un vínculo con su agresor financiero”, advirtió.
Los números son contundentes. Mientras el Banco Central del Paraguay (BCP) establece un tope de 28,89% anual para entidades supervisadas, los créditos informales pueden alcanzar tasas de hasta 3.600% anual.
“Esta diferencia abismal demuestra que existe una campaña de desprestigio hacia bancos, financieras, cooperativas y organizaciones de crédito solidario. A veces con fundamento, pero muchas veces sin él. ¿Y quién gana con eso? El usurero, el prestamista informal que opera al margen de la ley”, expresó el especialista en empleos.
López Arce enfatizó que es necesario desmitificar al prestamista ilegal. “El usurero no es tu amigo. Se aprovecha de tu necesidad. Lo que parece una solución rápida, termina siendo una trampa que te hunde más”, sostuvo.
En ese sentido, propuso retomar e impulsar programas similares al que inició el Banco Nacional de Fomento (BNF), donde se analizaba el pago regular de patentes municipales como antecedente para otorgar créditos formales.
“Si el trabajador cumple con un año de permanencia y responsabilidad, debería poder acceder a créditos de hasta G. 10 millones. Esto sería vital para los más de 800.000 cuentapropistas del país”, subrayó.
Reconociendo que se trata de un segmento de riesgo, López Arce insistió en que es aún más riesgoso para el país dejar sin apoyo a este sector. “Sacar al trabajador del sobreendeudamiento debe ser una prioridad de este Gobierno. Es necesario ofrecer alternativas reales que le permitan respirar y avanzar”, concluyó.
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