24 abr. 2024

Unión e igualdad

En una reciente reunión de análisis de coyuntura, la disparidad de opiniones con relación a esos postulados excelsos de nuestra República, realzados en nuestro Himno Nacional, ha sido por momentos tensa y emocional. Los extremos en la manifestación de opiniones sobre nuestro país iban desde que aquí no hay unión ni igualdad hasta que somos todo un ejemplo continental en ellos. Como siempre la verdad probablemente esté cercana al punto medio entre ambas puntas. En mi opinión, no es cierto que el país esté totalmente dividido ni que sea el peor en igualdades en un subcontinente altamente desigual. Tampoco es cierto lo contrario, es decir que Paraguay haga gala de unidad y de igualdad. Depende mucho de la definición que se dé a ambos conceptos, de la dificultad en la percepción de realidades complejas así como de la misma falta de calibración en la percepción de ciertos observadores.

REALIDADES COMPLEJAS… Es obvio que acontecimientos políticos, económicos, sociales y ambientales en los últimos tiempos, de fuerte repercusión en el presente y de proyección robusta en el futuro, influyen en la percepción de que es grande la propensión hacia la desunión. Algunos analistas la pueden ver confirmada en el desentendimiento visceral en el ámbito político entre los dos principales movimientos del partido de Gobierno, la Asociación Nacional Republicana o Partido Colorado. También en el enfrentamiento ofensivo, despectivo e irreverente de las diversas posiciones asumidas por técnicos y no técnicos en torno al manejo de la Entidad Binacional Itaipú así como en la hermenéutica de sus documentos y decisiones oficiales. En el ámbito social, la gran desigualdad entre los estratos sociales y las pocas oportunidades para escalar la estratificación hacia arriba, afianzándose en posiciones superiores, son realmente alarmantes. También en términos de activos fijos e ingresos, probablemente Paraguay sea uno de los más desiguales en América Latina y el Caribe. Por otro lado, la situación del medio ambiente es realmente lamentable. Nuestro país es ya uno de los peores depredadores de bosques en el mundo, de acuerdo con diversas instituciones internacionales, bi y multilaterales. Es así mismo el que menos soluciones encuentra en el procesamiento de residuos orgánicos, líquidos y sólidos, así como uno de los que más gases tóxicos vierte sobre plantaciones. Además, el alcantarillado apenas alcanza a una parte de la población urbana y se siguen tirando desechos insalubres de hospitales y fábricas a arroyos y ríos.

NI TAN BIEN NI TAN MAL. Pero tampoco puede ser cierto que todo esté calamitoso. No puede constatarse desunión total en el ámbito político. Entre partidos, en determinadas áreas concretas y también dentro de un mismo partido frecuentemente se articulan denominadores comunes y conciliatorios en algunos temas. Tampoco puede dejar de observarse que en determinados años ha disminuido un poco la pobreza. Y la protección social va mejorando también, aunque a un ritmo lento. En equilibrio ecológico, algunos extremos catastróficos se han podido evitar y se hubiese puesto peor la situación si es que la ciudadanía no se hubiese vuelto más solidaria, más alerta y más combativa. Esto último vale también para megacorrupción e impunidad. Hoy en día, lo peor que puede ocurrirle a una persona física y jurídica o a alguna fracción política es que la ciudadanía salga a la calle regularmente para escracharlos con nombre y apellido. Además, en términos de presos políticos, que ya no los hay, y de libertades formales hemos progresado notablemente. Libertades de expresión, de reunión y de asociación se han vuelto prevalecientes y hasta en libertades económicas hemos mejorado un poco.

OBVIEDADES. Lo bueno debe ser consolidado, lo regular mejorado y lo malo erradicado. Los dos primeros están poniéndose ya en práctica, pero se los puede superar aún mejor. Lo último va a ser difícil que desaparezca. Ya sería una gran victoria que disminuyan en frecuencia e intensidad. Se refiere aquí a megalatrocinio y falta de castigos. Afortunadamente, la naturaleza está a nuestro favor. Desastres telúricos y eólicos (terremotos, huracanes, tornados y similares) no existen en nuestro país. Tampoco está involucrado en guerras internacionales, regionales ni locales. En otros países son desgracias comunes y corrientes. Solo vivimos sufriendo calor húmedo e inundaciones previsibles así como, por mala gestión pública, cortes de energía eléctrica y agua corriente.

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