24 abr. 2024

Una cumbre y demasiadas sospechas

La visita del presidente de la República, Mario Abdo Benítez, a la Junta de Gobierno la primera semana de octubre despertó las alertas cuando se confirmó que hubo contacto telefónico con Horacio Cartes, con quien ha roto lanzas tras su victoria electoral. El contacto levantó suspicacias porque se dio en momentos en que están siendo juzgados hombres fuertes del cartismo, como Óscar González Daher, Javier Zacarías Irún y Víctor Bogado. La sombra de impunidad volvió a sobrevolar como una nube peligrosa el cielo de la primavera judicial pocas veces vista en 30 años de democracia.

La sospecha obligó al mismo titular del Ejecutivo a aclarar que la unidad no significa impunidad.

Pero la suspicacia ganó espacio como lógica consecuencia en un país cuyo nombre y apellido es corrupción e impunidad.

Quedó una cita pendiente entre ambos líderes, sin fecha precisa. El ímpetu fue perdiendo fuerza y algunos ya no creen que el encuentro se de en poco tiempo.

Cartes se autoexilió tras el fracaso de su juramento como senador. Sus subalternos dijeron que volvería al escenario tras los primeros 100 días de gestión de Marito Abdo, pero adelantó su reentré casi 50 días antes. Reunió en su mansión a sus 22 diputados y 6 senadores el pasado martes. Esta vez no hubo quejas encendidas contra el Gobierno, en tono moderado hablaron de la necesidad de unidad “sin impunidad”. Allí estaba el segundo en el mando de Honor Colorado, Javier Zacarías Irún, hoy investigado por enriquecimiento ilícito, junto a su esposa, la intendenta Sandra McLeod.

¿Qué buscan con el diálogo? La sospecha es la tregua política con efectos judiciales. Ambos movimientos están con los nervios alterados porque cada uno tiene a los suyos tras las rejas. Entre los peces gordos del cartismo están el ex senador González Daher y su hijo (presos), Zacarías Irún y su esposa, bajo la lupa fiscal, y Víctor Bogado, quien finalmente enfrentará juicio oral tras 5 años de chicanas. El diputado Éver Rivas sigue eludiendo el proceso por sus caseros planilleros. El abdismo también fue golpeado con el diputado Ulises Quintana (preso por sospechas de narcotráfico). Está contra las cuerdas el presidente de Diputados, Miguel Cuevas.

La pregunta es si ambos líderes han soltado la mano a sus impresentables. Hay una corriente en el ultracartismo que plantea dejar caer a los cuestionados políticos. “Ni González Daher, ni Bogado ni Zacarías Irún son de primera hora, ellos responden a sí mismos, fueron aliados coyunturales”, dijo un cercano al ex presidente agregando que perjudican al movimiento. Incluso se atrevió a vaticinar que el clan Zacarías ya no tiene capacidad de recuperar electoralmente Alto Paraná: “el 2020 está perdido”, enfatizó aludiendo a las elecciones municipales en dicha región, como fundamento para dejarlo solo y que enfrente su proceso judicial sin apoyo político.

Zacarías Irún está como segundo al mando de Honor Colorado. Pero aparentemente su lío judicial le está jugando en contra. Esta situación reposiciona a Enrique Riera como vocero político y en indisimulada carrera presidencial. “Le dijimos que hable menos y se consiga un buen abogado”, señaló la fuente cartista. Y lo hizo. Contrató a Ricardo Preda, quien al decir de la fuente es tan bueno que “le sigue reteniendo a Nicolás Leoz a pesar de la presión norteamericana mientras Napout está preso”.

“Quizá le suelte la mano a González Daher, pero jamás a Zacarías Irún”, evaluó otra fuente colorada y recordó que el senador de Alto Paraná fue un protector de Darío Messer, el hermano del alma de Cartes. “Son nexos muy fuertes”, acotó.

En las largas horas en la cárcel, quizá ahora González Daher esté arrepentido de no haber aceptado la oferta de un influyente senador abdista cuando le planteó renunciar a su candidatura a cambio de impunidad.

El desenlace de los sonados casos no solo pondrá a prueba al Gobierno cuyo discurso central fue la recuperación institucional con énfasis en la Justicia. También es un examen para la fiscala general, Sandra Quiñónez, cuya designación tuvo el sello cartista. La única forma en que demostrará independencia será cuando meta entre las rejas a los políticos que no pueden demostrar su patrimonio. Y en Paraguay, la prueba está a la vista. Todos hacen gala de su fortuna malhabida gracias a la sumisión y corrupción fiscal-judicial y la vista gorda de Hacienda, Seprelad y otros entes de control.

CUMBRES BORRASCOSAS. El problema de un encuentro entre Cartes y Mario Abdo es la inevitable sospecha sobre la agenda en cuestión. Aunque el cartismo diga que la banca del Senado es un tema superado, se sabe que el ex presidente no resigna su intención. Y sería ingenuo pensar que los procesos judiciales no sean parte de la agenda. ¿No ha sido la protección el pacto de sangre que mantuvo por décadas la hermandad colorada?

Abona las dudas la ausencia de una agenda clara del Gobierno, que aún no ha presentado al Congreso planes ambiciosos para medir su nivel de apoyo.

A fin de cuentas, el pacto de impunidad ha sido en toda la transición, el más respetado por los políticos, más allá de quien esté sentado en el Palacio de Gobierno.

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