En el balance de su primer año de gestión, reflejado en el mensaje leído ayer ante el Congreso Nacional, el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, ha obviado referirse a problemáticas fundamentales del país, como la lacerante realidad de la pobreza, apuntando medias verdades en el informe de las obras realizadas y olvidando cuestiones claves como las crisis en áreas de salud y educación. Tampoco ha hecho mención a la problemática ambiental, a la pronunciada deforestación, o a la baja ejecución presupuestaria por parte de miembros de su Gabinete.
Aunque generalmente los mandatarios prefieren enumerar solamente los puntos positivos de sus administraciones, como una acción de propaganda política, pintar solamente “un país de maravillas” que no se parece a la realidad percibida por la mayoría de la población, conduce a que un informe presidencial pueda resultar poco creíble.
En su mensaje ante el inicio de un nuevo año legislativo, aunque mencionó tener falencias y aún muchas deudas con la gente, Abdo Benítez se basó principalmente en promesas de proyectos futuros a mediano y largo plazo que en resultados concretos logrados hasta ahora.
Uno de los puntos más notorios es que evitó mencionar que un 24,2% de la población aún vive en situación de pobreza y un 4,8% en situación de pobreza extrema, aunque enumeró algunos limitados intentos oficiales en busca de revertir la situación. Ante la queja generalizada por la sensible retracción de la economía, justificó que la misma se debe más a efectos climáticos adversos o la crisis económica regional, antes que a la presunta inoperancia de miembros de su Gabinete y anunció diversas medidas para neutralizar los esfuerzos negativos, cuyos resultados tendrán que verse recién en un futuro próximo.
Otro de los detalles cuestionables es que si bien reconoció las falencias en el área de la educación y habló de proyectos en marcha para mejorar la infraestructura y la calidad de la enseñanza, nada dijo de la crisis que se desató por la falta de previsión para sustituir a los maestros jubilados, lo cual llevó a movilizaciones de estudiantes ante la masiva escasez de docentes. También apuntó a varias obras que se realizan para ampliar la salud pública y los servicios del Instituto de Previsión Social, pero evitó referirse a los continuos reclamos de pacientes ante los centros sanitarios saturados, sin equipos y sin medicamentos, ni al permanente colapso de los locales del IPS, o a las numerosas denuncias de presuntos hechos de corrupción que aún no tienen respuestas concretas.
Prácticamente no habló de la crisis ambiental ni de los preocupantes índices de deforestación, principalmente en el Chaco. Solo mencionó que se contará con una nueva plataforma digital para detectar áreas de desmonte, como si hoy se desconociera la realidad de tala indiscriminada, ante la que casi se no se actúa. Aunque enumeró logros en la lucha contra bandas del narcotráfico y del crimen organizado, tampoco planteó medidas concretas para mejorar la creciente ola de violencia e inseguridad que sigue afectando a poblaciones fronterizas, con asesinatos por encargo que cada vez se expanden más.
El primer año de gestión presidencial deja un balance que se basa más en promesas que en resultados, y mantiene muchas deudas pendientes.