30 abr. 2024

Un derecho de nacimiento

Los profesionales del Departamento de Salud Mental del Hospital Pediátrico Niños de Acosta Ñu movilizaron a empresas e instituciones educativas del país para hablar de la violencia contra niños, niñas y adolescentes.

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La exposición a la violencia de pareja también se incluye a veces entre las formas de maltrato infantil, uno de los tipos más invisibilizados.

Foto: gentileza iStockPhoto

Es un derecho de nacimiento, es el motor de nuestro movimiento. Porque reclamo libertad de pensamiento. Si no lo pido es porque estoy muriendo. Como Natalia Lafourcade, que al ritmo del ukelele y los tambores eleva un mensaje de amor y respeto a los sueños de las voces que menos se escuchan, Lourdes Zelaya —al frente de la campaña Por una Navidad sin violencia— del Hospital Pediátrico Niños de Acosta Ñu, defiende junto con otros 18 profesionales de la salud mental una Navidad libre de maltratos para los niños y niñas del país.

El maltrato infantil es definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como los abusos y la desatención de que son objeto los menores de 18 años, e incluye todos los tipos de maltrato: físico o psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. La exposición a la violencia de pareja también se incluye a veces entre las formas de maltrato infantil, uno de los tipos más invisibilizados.

Lourdes Zelaya, jefa del Departamento de Salud Mental del Hospital Pediátrico Niños de Acosta Ñu, opina que, como cultura, debemos normalizar el buen trato. “Dentro de la casa, los padres tienen que ser modelos, sobre todo cuando el niño es pequeño. Cuando es más grande ya podés hablar con tu hijo, discutir, tener opiniones diferentes, pero no es lo mismo dialogar con un chico de 18 que con uno de cuatro”, explica.

Corría el año 2001, y era la primera vez que se incorporaba un departamento de salud mental dentro de un hospital general. Cada diciembre, hace casi 10 años, el Hospital Pediátrico Niños de Acosta Ñu recibía un aumento de casos de violencia infantil. Ante la ausencia de estadísticas oficiales de maltrato, el personal de psicología y psiquiatría comenzó a generar su propio banco de datos. Descubrieron que las Navidades de muchos niños y niñas estaban llenas de hechos violentos.

Pero estudiar lo que pasaba en San Lorenzo quedaba corto, porque los niños atendidos en el hospital no solo venían del departamento Central. De a poco, eso que comenzó con una decoración navideña, un pesebre donado y algún que otro regalo para los internos, se convirtió en un sistema de soporte social para los chicos y sus familias. Con el tiempo, el Hospital de Acosta Ñu se volvió lo que es hoy: una familia sustituta.

Las Navidades del Acosta Ñu son las preferidas de muchos niños y niñas porque se les da la libertad de crear sin límites. En el 2013, un equipo de profesionales —entre ellos, psicólogos, psiquiatras, psicopedagogos y enfermeras— comenzó a organizar un ciclo de talleres de concienciación para docentes, padres, madres, niños, niñas y adolescentes con el fin de visibilizar el impacto de la violencia, conectar al sector público con el privado y aportar a la prevención de la violencia.

Los niños no son prolongaciones de nuestros deseos, son seres humanos distintos con otros gustos, expresan desde la campaña Por una Navidad sin violencia.

Los niños no son prolongaciones de nuestros deseos, son seres humanos distintos con otros gustos, expresan desde la campaña Por una Navidad sin violencia.

Foto: gentileza

Todos los años en octubre comienzan los círculos de formación y, al final de los encuentros, siempre hay alguien que se acerca, comparte su experiencia o solicita evaluación. Como si hubieran encontrado, por primera vez, el espacio para hablar sobre lo que les ocurre. “Si un niño recibe violencia en la casa, y va al colegio y recibe violencia allí también, tenemos un problema difícil. Hay muchos chicos que están empezando a hablar de las vivencias que tuvieron anteriormente”, cuenta Zelaya.

“Es difícil hablar de ciertos temas, porque implica que las personas se conecten con sus propios traumas”, expresa Belén Migliorisi, psicóloga del Departamento de Salud Mental del hospital. “Es como que están tocando algo que tenían reprimido, algo de lo que no hablaban. Entonces, abrís totalmente otro umbral. La gente tiene una necesidad de hablar del tema”, sigue Belén.

Los expertos bautizaron a la campaña Por una Navidad sin violencia y en el 2018 tuvo alcance nacional. Los tres ejes sobre los que se basa son la prevención, la rehabilitación y el tratamiento. De acuerdo a ellos, capacitados para encargarse de la difusión de la problemática, a toda la sociedad le afectan los otros factores de riesgo: pobreza, alcoholismo, drogadicción y desigualdad de género. Eso no estaba al alcance del sector de la salud, sino también de otras áreas del Estado.

Magnitud del problema

De acuerdo con los datos que brinda la OMS, una de cada cinco mujeres y uno de cada 13 hombres recién al llegar a su adultez pueden relatar haber sido víctimas de abuso en la infancia. Esto da cuenta de lo difícil y doloroso que es para las niñas, niños y adolescentes atravesar y denunciar este grave delito. A su vez, el 80% de los maltratos relevados son perpetrados por conocidos o familiares de las víctimas; es decir, ocurren dentro de las casas.

Ante la ausencia de una estadística oficial en nuestro país que revele los niveles de violencia a los que están expuestos los niños, niñas y adolescentes, los profesionales del Acosta Ñu trabajaron en su propia base de datos. Solo este año, entre enero y setiembre hallaron 421 casos de maltrato, de los cuales el 21% tuvo intentos de suicidio.

El abuso sexual infantil no distingue país, cultura o condición social, pero está atravesado por una clave de género. El segmento que más violencia recibe es de entre 10 y 14 años, y está constituido principalmente por mujeres. También ocurre que el abuso sexual es el tipo de violencia que más se produce. Sin embargo, las especialistas derrumbaron algunos prejuicios vinculados a la pobreza al afirmar que, aunque es un factor de riesgo, el maltrato es universal.

“Se da en todas las clases, con la única diferencia de que generalmente en la clase alta se tapa más. O no se habla. Está totalmente normalizado. Generalmente, la gente con bajos recursos es la que más acude a los centros de salud, por ende son los casos más conocidos y sobre los que se puede tomar acción y denunciar. En la clase alta existen todos estos tipos de maltrato también”, aclara Migliorisi.

El maltrato infantil causa alteraciones en la salud mental y física que perduran toda la vida y sus consecuencias a nivel socioprofesional pueden, en última instancia, ralentizar el desarrollo económico y social de un país. Es posible prevenir el maltrato infantil antes de que se produzca, y para ello es necesario un enfoque multisectorial.

Intervenir a tiempo

Los programas preventivos eficaces prestan apoyo a los padres y madres, y les aportan conocimientos y técnicas positivas para criar a sus hijos. La atención continua a los niños y a las familias puede reducir el riesgo de repetición del maltrato y minimizar sus consecuencias. Las expertas coinciden en que la intervención es importante porque enseña a los alumnos y alumnas a pasar de “observar” a “intervenir” en una situación de violencia.

“A mí me preocupan mucho los colegios religiosos muy fanatizados. Ellos están muy rígidos con el tema de que si alguien te hace daño, vos le tenés que perdonar y ahí se acabó todo. Si te lo sigue haciendo, vos le seguís perdonando setenta veces siete. Lo más importante es capacitar muchísimo a nivel de detección. De manera que, por lo menos, puedan tener las referencias adecuadas”, refuerza Zelaya.

Entre las charlas que dictan desde las capacitaciones del hospital, destacan la prevención e intervención en el bullying y la prevención del suicidio. “Hay que trabajar con toda la comunidad educativa y apuntar a que esas personas que están de observadoras intervengan. Los educadores deben tener una política de tolerancia cero en este sentido”, cree.

Las expertas en salud mental manifestaron que, a su vez, comienzan por puntos muy elementales como enseñarles a los chicos sobre las partes del cuerpo, qué contactos están bien y cuáles no, para ir reconociendo qué es lo correcto y aceptable. “Eso tiene que estar muy claro. Qué hacer si se encuentran en una situación en que se sienten amenazados por alguien, a quién recurrir, cómo reaccionar. Que la persona pueda entender que se encuentra inmersa en un ciclo de violencia es un trabajo de hormiga”, dice Migliorisi.

La corrida Por una Navidad sin violencia 2019 en el parque Ñu Guasu, el 1 de diciembre a las 07.00. Las distancias serán de cinco kilómetros para los adultos y habrá tres distancias para niños, de 200, 400 y 800 metros.

La corrida Por una Navidad sin violencia 2019 en el parque Ñu Guasu, el 1 de diciembre a las 07.00. Las distancias serán de cinco kilómetros para los adultos y habrá tres distancias para niños, de 200, 400 y 800 metros.

Foto: gentileza

No son extensiones de sus padres

Lourdes Zelaya señala que en un 18% las víctimas de maltrato infantil repiten las conductas violentas. “Eso está científicamente comprobado. Por otro lado, pueden tener trastornos de personalidad, depresión, psicosis, estrés postraumático, abuso de drogas, maternidad temprana, disfunciones sexuales, mayor predisposición a sufrir infecciones, una baja expectativa de vida y un altísimo porcentaje de intentos de suicidio”, detalla.

Los niños no son prolongaciones de nuestros deseos, son seres humanos distintos con otros gustos, expresan desde la campaña Por una Navidad sin violencia. Vivimos en una cultura de pertenencia, comenta Belén, porque muchos padres están fanatizados con sus creencias y ven a sus hijos como su propiedad. “Los progenitores tienden a querer pasar sus propias expectativas a sus hijos y eso no está bien. Vos tenés que descubrir a tu hijo, saber quién es, y con esa base vas acompañando lo que ese ser humano vale y no, desviando eso a tu favor”, comenta.

Al mismo tiempo, existe el prejuicio de que los más pequeños mienten. ¿Por qué no creemos lo que dicen los niños? La autora argentina Claudia Amigo en su libro ¡De esto sí se habla! manifiesta que, muchas veces, a los niños y niñas les invade el sentimiento de culpa porque piensan que lo pudieron haber evitado. La falta de credibilidad en el infante por parte de las familias, cuenta, a veces suele ser más traumatizante que la propia agresión recibida.

El problema adquiere otras dimensiones si se tiene en cuenta la educación sexual deficitaria en los colegios. Esto ocurre en un país en que la pena para el autor de una violación es de apenas tres años. “Las leyes tienen que ser mucho más justas, más claras, se debe identificar a este tipo de gente. Hay personas que abusan de un niño y después se convierten en sus profesores”, indica Zelaya.

Corrida solidaria

Con el fin de visibilizar esta problemática, el programa de actividades culminará con la corrida Por una Navidad sin violencia 2019 en el parque Ñu Guasu, el 1 de diciembre a las 07.00. Las distancias serán de cinco kilómetros para los adultos y habrá tres distancias para niños, de 200, 400 y 800 metros.

Los organizadores esperan unos 1.000 corredores. Las inscripciones para la actividad se puede realizar a través del link http://www.pmcpy.org/evento.php?e=navidad2019 y en las oficinas del Paraguay Marathon Club, situadas en la calle Pa’i Pérez 1293 esquina Ana Díaz, de lunes a viernes de 8.30 a 18.00. El costo de las inscripciones es de G. 80 mil para personas de hasta 14 años, y para los mayores de 14 años, G. 120 mil.

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