02 may. 2025

Un Congreso sin ética normaliza repartija de cargos y aumentos

El nepotismo impune que ha sido normalizado por nuestra clase política es un verdadero atentado contra la democracia y el Estado de derecho. A pesar de que la propia Constitución Nacional establece la igualdad para el acceso a los cargos públicos, basada exclusivamente en la idoneidad, sabemos que esto no se cumple en las instituciones. El Parlamento es un lamentable ejemplo de la normalización de la repartija de cargos para amigos, hijos de amigos y familiares. Además, esta conducta es financiada con nuestros impuestos.

La semana que pasó nos ha dejado un nuevo caso de reparto de privilegios en el Congreso Nacional. Y, aunque el presidente del Congreso, Basilio Núñez, haya negado que se trate de una situación de nepotismo, en efecto se vio obligado a reconocer el caso de su sobrina política Berenice Ayelén Sosa Cabrera.
Este nuevo caso se trata de una joven de 19 años, bachiller, quien, gracias a aumentazos, desde este año recibe un salario de G. 9.500.000. Además de ese millonario salario, la joven sobrina del senador cartista figura en la nómina de funcionarios públicos beneficiados por el Ministerio de Economía con aranceles preferenciales para cursar estudios, en este caso, en la Universidad Americana. (ÚH- abril 23, 2025).

La bachiller ingresó como funcionaria en el mes de octubre de 2023, cuando tenía 18 años, bajo la presidencia de Silvio Ovelar, con un salario de G. 4.500.000; había sido asignada al despacho del senador Basilio Núñez, como asistente técnico-administrativa, según su propia declaración jurada. En el 2024, cuando su tío ya era presidente del Congreso, el salario de la bachiller subió a 7.100.000, y desde este año, percibe G. 9.500.000, más otros extras. Concretamente, el pasado marzo cobró en total G. 9.814.028.

Ante las publicaciones y denuncias, el titular del Congreso justificó en una conferencia de prensa el nombramiento y los aumentos que obtuvo su sobrina, aunque debió admitir que él reasignó ese salario.

“Ella fue nombrada en el 2023, y para que configure nepotismo tiene que ser nombrada por quien les habla... El último aumento fue otorgado en plenaria, no fue otorgado directamente por el presidente en ejercicio... Las reasignaciones salariales son una potestad del presidente del Congreso, así como tuvieron Lugo, Cachito, Beto, y ahora lo tengo yo, y lo voy a ejecutar”, dijo Bachi Núñez. El senador colorado cartista negó que su sobrina fuera planillera, y subrayó que él no está casado con su actual pareja (la tía de sangre de la joven funcionaria), por lo cual no se aplica la ley de nepotismo en cuanto a los grados de responsabilidad y consanguinidad.

Este no es el primer escándalo que envuelve al presidente del Parlamento; recordemos que en 2024 se tuvo conocimiento de decenas de jóvenes bachilleres, sin títulos universitarios pero con jugosos salarios que se distribuyen por las distintas oficinas de parlamentarios del cartismo y sus aliados, parte de los 455 nuevos funcionarios contratados por Bachi Núñez. Algunos de estos jóvenes tenían el privilegio de trabajar de forma virtual, y sin obligatoriedad de cumplir horarios en la oficina.

Desde que iniciaron las denuncias en el 2023, el hijo del entonces presidente del Congreso, Silvio Beto Ovelar, fue el único que renunció; los demás casos de nombramientos de privilegios y nepotismo han continuado sin importarles críticas y cuestionamientos.

Tristemente, este es el auténtico rostro de la política en el Paraguay.

Mientras un grupo de privilegiados, sin méritos, aptitudes ni vocación acceden a empleos con salarios millonarios, hay toda una generación de jóvenes paraguayos que no tienen oportunidades para aspirar a una vida mejor. Son millones y no tienen acceso a empleos dignos, ni a salud, educación o seguridad.

En vez de avergonzarse, y hacer algún tipo de acto de contrición, diputados, senadores y funcionarios justifican sus actos con tecnicismos y lagunas de leyes que ellos mismos aprobaron. El pueblo paraguayo debe sostener con su esfuerzo a parásitos, que, además, rebajan a su mínima expresión el elevado honor de servir a la República.

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