En la cumbre en Florida, que se vio marcada por el ataque de Estados Unidos con misiles a Siria, Xi se sumó a Trump al dejar atrás, al menos en público, las profundas diferencias entre las potencias en temas que van desde el comercio a Corea del Norte.
Trump había dicho que pensaba plantear algunas inquietudes sobre las prácticas comerciales de China y presionar a Xi para frenar las ambiciones nucleares de Corea del Norte durante la cumbre de dos días en el complejo de Mar-a-Lago en Palm Beach, en el estado de Florida, pero no se esperaban grandes acuerdos en ninguno de los dos asuntos.
El republicano prometió durante la campaña detener lo que llamó el robo de empleos estadounidenses por parte de China. Muchos trabajadores industriales le ayudaron a conseguir su victoria electoral del 8 de noviembre y quiere cumplirles.
El viernes, el impredecible Trump no solamente cambió el tono, sino que además evitó cualquier salida de protocolo que los funcionarios chinos temían pudiera poner en aprietos a Xi. “Hemos logrado un progreso tremendo”, aseguró Trump a los periodistas. REUTERS