Francisco trabaja toda la noche en una lomitería ubicada sobre la avenida las Residentas de Luque. Le toca cobrar los pedidos y lo hace desde una pequeña abertura entre barrotes de hierro que tuvieron que poner para evitar ser asaltados, y que malvivientes se lleven la recaudación de una sacrificada jornada laboral.
“La última vez que nos asaltaron realizaron disparos al aire como para intimidar. Actuaron muy rápido, en 40 segundos ya nos robaron” , dijo el trabajador, citando a dos hombres que llegaron en motocicleta y sembraron el terror en su lugar de trabajo.
Desde el Ministerio Público informaron que registran más de 14.000 denuncias por hurto agravado y simple, además de 4.750 hechos de robo y robo agravado. Esto equivale a casi 19.000 casos que se denunciaron desde el mes de enero a marzo de este año.
Las autoridades, cuando hablan del fenómeno, tienden a minimizar estos datos, con dichos como: “la inseguridad es una sensación”.
Un equipo de ÚH salió recorrió las calles en las consideradas horas críticas, para recoger el testimonio de los que día a día están a merced de este flagelo. La mayoría son trabajadores jóvenes que claman por una respuesta efectiva y que los barrios vuelvan a ser controlados por los agentes del orden.
LIDIAR CON EL MIEDO. Son pasadas las 22 horas en Asunción y la avenida Eusebio Ayala, ya no soporta el trasiego de automóviles como en hora pico.
A pocas cuadras de la comisaría séptima central, Rosana Benítez, espera el ómnibus que la lleve hasta Ituaguá, luego de haber cumplido sus labores en una farmacia.
Durante la larga espera, nos cuenta que al llegar a su barrio, su hermano la espera para llevarla a casa en motocicleta y así evitar caminar las ocho cuadras de calle oscuras.
Este año, estando a punto de llegar a casa, asaltantes le hicieron pasar minutos de terror. “Uno de ellos sacó un arma y le dijo a mi hermano: ‘rojukáta’ y nos quitaron la moto. Nos quedamos en medio de la calle con terror sin saber qué hacer”, detalló.
Vecinos que fueron testigos de lo sucedido llamaron a la Policía pero éstos, según Rosana, no acudieron al llamado. “Nosotros tuvimos que ir hasta la comisaría para hacer la denuncia pero no hicieron nada. En mi opinión, los ladrones ya no tienen miedo de la Policía”, se quejó.
Nélida Delgado es compañera de trabajo de Rosana, se hacen compañía para esperar el bus para sentirse más seguras. Ella va a San Lorenzo y cuenta que también pasó por la experiencia del robo, estando en el transporte público. “No sabemos si vamos a llegar bien a nuestra casa, no sabemos si nos va a pasar algo; así tenemos que vivir”, reflexionó.
EDUCACIÓN. Samuel Gutiérrez es cocinero en un restaurante, trabaja a doble turno y por la noche, le toca esperar el transporte público sobre la avenida aviadores del Chaco, en inmediaciones de un conocido centro comercial para ir a su casa, en Luque. Camina unas nueve cuadras para llegar a su hogar y en ese trayecto, ya sufrió asalto a mano armada.
A pesar de la mala experiencia, tiene esperanza en un cambio. “Esperemos que el gobierno pueda darnos más seguridad. No hace falta que se formen más policías, sino formar conciencia; educación es lo que hace falta porque es es un problema social”, expresó.