Susana Gertopán es novelista e instrumentadora quirúrgica en Operación Sonrisa; tiene 67 años y sus trabajos le dieron muchas satisfacciones y galardones, entre ellos el Premio Nacional de Literatura 2021, por su obra La casa de la calle22, y el Premio Municipal de Literatura 2016 por su novela El señor Antúnez.
Nació en Paraguay en 1956; sus padres son paraguayos y sus abuelos fueron europeos; en estos últimos se inspiró para algunas de sus novelas, en su exilio cultural y la permanente búsqueda de las raíces.
Su ganas de escribir se manifestaron desde los 11 años y décadas después sigue con ese mismo deseo. “Nunca descanso de escribir, me produce alegría. Este es mi oficio, sentada frente al papel o la computadora junto a mis personajes, es lo que a mí me llena”, dijo en una entrevista anterior al diario Última Hora.
Para Susana, no se puede escribir si uno no lee, porque la lectura te enseña y además, inspira. “Yo, por ejemplo, tengo mis personajes, tengo mi historia, necesito saber cómo manejan otros, conocer la técnica y de ahí me inspiran sus técnicas, sus maneras, aprendo. Desde muy chica tuve contacto con libros, como objeto, sin que nadie me impusiese”, destaca.
Leía Corazón, de Edmundo de Amicis y cuentos de Singer. Sus amigas le prestaban los materiales de lectura. “No me gustaban los libros de historia ni los libros de aventuras. Siempre me gustaron los libros de vida, que contaban de la vida”, relata.
Se considera afortunada porque pasaba mucho tiempo con sus abuelos, quienes eran inmigrantes; ellos tenían otro idioma, otra cultura, otra comida. Los paternos eran de Moldavia; mientras que los maternos eran de la capital de Lituania, Vilna.
La familia vivían en la trastienda del negocio Don Mario, sobre Pettirossi, donde vendían género y ponchos en invierno. Pasaba mucho tiempo en el departamento, que se sentía como vivir en otro país, y también la inspiró estar rodeada de gente diferente.
Voluntariado
Además de trabajar en su literatura, Gertopán es voluntaria de Operación Sonrisa y trabaja en quirófano como instrumentadora. Se trata de una organización que lucha contra la fisura labial y/o paladar hendido. “Creo que con el voluntariado se recibe más de lo que se da, para mí es pasión. En cada misión internacional o jornada local, yo me siento plena, además, somos un grupo en el que trabajan cirujanos, anestesiólogos, pediatras, enfermeros, psicólogos, fonoaudiologos, odontólogos, en fin, un grupo humano que contagia solidaridad, trabajo incondicional y entrega”.
Familia y sueños
Susana es soltera, tiene 3 hijos y 7 nietos. “Ya mis hijos son adultos y tienen su vida propia, ya no necesitan de mis cuidados, por ello no me ocasiona ningún contratiempo compaginar mis profesiones con lo familiar. Y en lo profesional, solamente pueden surgir inconvenientes con relación a mis viajes. Me gusta viajar, a veces compaginar mis labores con mis viajes sí puede ser un desgaste”.
La multifácetica mujer confiesa que no tiene un sueño por cumplir, sino miles. “Cada mañana que despierto me aparece otro proyecto que deseo hacer, otro sueño, estoy sobrecargada de sueños. Uno de ellos tiene que ver con vivir en una granja en una casa de piedras, rodeaba de árboles, con gallinas, ovejas, patos, perros y muchos más animales. Que pueda mirar el río, una huerta, y muchos libros”.
La lista de sueños sigue: “Otro es poder completar la colección de mis novelas. También pasar un tiempo en Vilna y en Moldavia, países donde nacieron mis abuelos”, manifiesta.
Sus múltiples actividades no le dejan mucho tiempo libre, comenta. “Nunca me aburro, leo y escribo todos los días, además, hago manualidades (tejido, pintura, bordado), cuido mi jardín, mi casa, cocino, realizo mis caminatas y paseo por el Mercado 4, que es mi mayor expansión”.
Inquietudes
A Gertopán, como a la mayoría de los escritores de este país, le preocupa la poca difusión de nuestra literatura.
“Necesitamos una editorial y una imprenta pública. Necesitamos capacitación para nosotros, los escritores, talleres, etc. Necesitamos que se nos conozca en otros países y que sobre todo haya crítica literaria. También que constantemente se recuerden y se reediten obras de escritores que ya se han ido, pero que han dejado un legado extraordinario a nuestra literatura”, indica.
Resalta, además, su inquietud por que se le de oportunidad al interior del país y sus representantes. “Paraguay no solamente es Asunción, pero para ello debe desaparecer la élite cultural”, enfatiza al mencionar que lamenta que existan centros culturales “que se preocupan más de fomentar el ego de algunos que de promocionar la cultura, en mi caso, la literatura”, expresa.
“A nivel país, quisiera que los políticos dejen de jugar con este pueblo, no es un tema de practicar para dirigir. El día que un político, ya fuese ministro, presidente, senador, diputado, etc., acuda a un hospital público para atenderse o envíe a sus hijos a instituciones públicas de enseñanza, entonces orgullosa gritaré: este es el Paraguay que deseo”, finaliza.