14 nov. 2025

¿Suficiente o no? El balance 10 años después del Acuerdo de París sobre el clima

Diez años después del histórico Acuerdo de París, la diplomacia climática afronta un momento de balance y cuestionamientos en un mundo que sigue calentándose y permanece dividido por fracturas geopolíticas y económicas.

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En 2015, 196 países se comprometieron en París a mantener el calentamiento global “muy por debajo” de los 2 °C.

Foto: Archivo

El reto para la COP30 de este año en Brasil, que tendrá lugar del 10 al 21 de noviembre, es tomar las promesas hechas en el pasado y ponerlas en práctica.

En 2015, 196 países se comprometieron en París a mantener el calentamiento global “muy por debajo” de los 2 °C con respecto a los niveles preindustriales y a seguir trabajando para limitarlo a 1,5 °C.

Pero este décimo aniversario está marcado por las dificultades. Una de ellas es la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, que califica el cambio climático de “estafa”, de retirar por segunda vez del acuerdo al segundo mayor contaminador mundial.

Estados Unidos, junto con otros países, prevé producir cada vez más petróleo, gas natural e incluso carbón.

Y lo hace pese a la promesa realizada en la COP28 de Dubái en 2023: iniciar una transición para abandonar estas energías, responsables de la mayor parte del cambio climático.

Para aplicar el Acuerdo de París, los países también debían actualizar antes de septiembre sus hojas de ruta climáticas para 2035. Pero mientras la Unión Europea aún no ha finalizado su trabajo, China, el mayor emisor mundial, se ha conformado con objetivos minimalistas.

“Supervivencia”

Las Conferencias de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático [COP], sin embargo, siguen siendo “absolutamente necesarias” para responsabilizar a los países de su falta de ambición, opina Patricia Espinosa, exdirectora de la ONU Clima.

“No creo que haya otra forma de hacer frente a una amenaza tan grande para la humanidad”, declaró a la AFP. Y, a pesar de sus imperfecciones, las COP “han proporcionado un programa muy claro sobre lo que debemos hacer”.

Los límites de temperatura establecidos por el acuerdo no son nada abstractos para las naciones amenazadas por el aumento del nivel del mar.

Es una cuestión de “supervivencia”, declara a la AFP el ministro del Clima del archipiélago pacífico de Tuvalu, Maina Talia. “Diez años después del acuerdo de París, seguimos intentando hacer oír nuestra voz”.

Según la ONU, el histórico acuerdo ha permitido un cambio de rumbo notable para el mundo. Antes del pacto, el planeta se encaminaba hacia un calentamiento catastrófico de 5 °C para finales de siglo, frente a los 3 °C actuales.

Dista mucho de ser satisfactorio. El mundo vivió su primer año por encima de los 1,5 °C en 2024, con gigantescos incendios, inundaciones y olas de calor mortales.

En el acuerdo de 2015, este umbral de temperatura se entiende como un promedio de 10 o 20 años. Y la mayoría de los científicos estiman que se superará en unos pocos años, a menos que se produzca un cambio de rumbo radical.

“No estamos obligados a seguir fracasando”

“Debemos admitir que fracasamos a la hora de proteger a las personas y a las naciones ante los efectos incontrolables del cambio climático provocado por el ser humano”, declaró Johan Rockström, director del Instituto para la Investigación del Clima de Potsdam (PIK).

“Pero no estamos obligados a seguir fracasando”, dijo el mes pasado ante la ONU en Nueva York.

El acuerdo no solo se refiere a estos umbrales de temperatura. También ha consagrado principios importantes como la financiación para el clima o la adaptación al cambio climático.

También desempeñó un papel clave en una decisión en julio de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que declaró “ilícito” el incumplimiento por parte de los Estados de sus obligaciones climáticas. Los países afectados podrían reclamar indemnizaciones a esos gobiernos.

En cuanto a las soluciones más eficaces que han surgido, como el desarrollo de la energía solar y eólica, es cierto que no guardan relación directa con el acuerdo.

China comenzó a liderar la carrera por las energías renovables en los años 2000, basándose en innovaciones desarrolladas en Europa y Estados Unidos durante las décadas anteriores, recuerda Kingsmill Bond, del grupo de reflexión Ember.

Este último anima al proceso de la ONU a favorecer su desarrollo. “Ahora contamos con estas nuevas tecnologías. Despejémosle el camino”, aboga.

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