Me llamo Simona Merlo Aranda. Soy de Capiatá, pero mi pueblo es Ybycuí. Tengo 79 años, pero voy a cumplir 80 el 12 de noviembre si Dios quiere. Espero que pueda hacer un gran festejo ese día.
Tengo 11 hijos. Soy madre soltera y sola crié a todos mis hijos. También tengo nietos, pero ya no me acuerdo más cuántos tengo. Bisnietos también ya tengo.
Mis nietos ya son adultos, algunos ya mayores también y tienen sus hijos. Algunos lo que todavía no tienen hijos.
Cuando yo tenía 49 años y estaba trabajando en Argentina fui a consultar porque me dolía una pierna, parecía que estaba anestesiada. Luego de hacerme todos los estudios el doctor me dijo que estaba empezando a tener artrosis.
Pero a mí nunca me dolían los huesos. Tengo cuatro clavos en una parte de mi pierna, pero ni así me dolía.
Hay gente que me pregunta si no me duele todo cuando va a haber tormenta. Pero a mí no me pasa eso.
Sí, durante un año me fui a que me hagan masajes porque me suele doler la cervical por la artrosis. Pero con todo eso entreno igual.
Yo hace un año que estoy entrenando en este gimnasio. Pregunté dónde podía encontrar uno porque no sabía. Sé que en San Lorenzo hay. Pero es un poco lejos y es jodido el colectivo.
Entonces, alguien me contó que no lejos de mi casa estaba abierto uno cerca. Me dijeron donde quedaba y al día siguiente ya vine.
La primera vez que vine para averiguar le pregunté al profesor Ismael Sosa si podía venir a entrenar “¡Síiii!”, me dijo. Empecé a hacer bicicleta y luego me hizo hacer otra rutina que no era tan pesada.
Acá todos mis compañeros me apoyan y me alientan. También suelen acercarse a preguntarme y pedirme consejos. “Ña Simona es nuestra ídola”, me dicen.
Yo me muevo todo el tiempo. Cuando mis hijos eran más chicos, jugaba partido y otros juegos con ellos.
Hace un tiempo participé en la maratón por la vida. El profesor me había dicho que personas más jóvenes no pudieron completar el recorrido. Pero no era mucho, como seis kilómetros nomás. Al menos para mí no es mucho porque estoy acostumbrada a caminar todo el día. Por todas partes ando a pie.
Yo empecé a trabajar desde los 10 años. No tengo mamá ni papá y me crié con mis tíos. Él trabajaba como capataz en una estancia. Yo empecé a trabajar como un hombre. Sé hacer de todo.
Siendo más grande fui a Argentina. Entre varios, trabajamos como floricultores en la provincia de La Plata, con los japoneses. Luego volví a Paraguay y pude hacer para mi casita acá en Capiatá.
Antes de irme a la Argentina yo vivía en Quiindy, Costa Irala. Ahí trabajaba en la chacra y los fines de semana venía a vender mis productos a Asunción. Vendía queso, carne, chancho y todo eso.
Yo hasta ahora trabajo, soy macatera. Todo lo que me piden les acerco a mis clientes. Me muevo en colectivo y en mototaxi. En colectivo, me voy hasta Nueva Italia y allá uso el mototaxi para moverme hasta una compañía que se llama Tacuara, donde recorro a pie.
Algunas veces hago buena venta. Pero ahora hace dos meses que hay muy poco movimiento. Apenas alcanza lo que se llega a ganar. No hay más plata, no sé qué pasó. Yo creí que agosto nomás iba a estar feo. Pero setiembre está casi igual.
Activa desde el amanecer
Yo me levanto a las 04:30 para ir a trabajar. Tomo mi mate y a las 05:45 ya salgo a la ruta para irme a Nueva Italia. Porque salen temprano los colectivos. Termino cerca del mediodía por ahí.
Ahora de tarde ya vengo al gimnasio. Antes me quedaba nomás en mi casa a hacer las cosas, lavar ropa, limpiar.
Había dos terrenos baldíos al lado de mi casa. Su dueño me dio permiso para poder tener mi chacrita ahí. Plantaba mandioca, poroto, todo. Después se vendieron esos terrenos y ahora hay casas ahí.
Cuando yo les dije a mis hijos que iba a venir al gimnasio, no estuvieron en contra. Ellos nunca cuestionan lo que digo y hago. Uno de mis hijos mayores me dijo: “Hacé mamá, divertite, disfrutá”. Saben lo que sufrí por criarles.
Todos ellos son guapos y trabajadores, son humildes y honestos. Ni uno de ellos me hizo pasar vergüenza.
Están muy orgullosos de mí porque en la tele se contó que entreno. Me dicen “A la pinta mamá, sos muy famosa ya. También mis nietas, mis amigas, mis clientes, mis vecinas están muy contentas.
De todas partes recibo aliento por lo que hago. Una amiga que está en España me dijo que ahí tengo muchos seguidores. Hay una paraguaya que tiene un gimnasio allá.
Una señora, que no sé ni quién es, me envió un mensaje diciendo que soy un ejemplo para todas las personas.
Yo me cuido consumiendo remedios naturales. También con la comida. El doctor me recomendó que no coma mucha grasa. Además, nosotros la gente que somos y crecimos en el campo nos criamos con alimentos, coco, poroto, todo los que son saludables.
También siempre me hago los chequeos médicos completos cada año. Una de mis hijas siempre me pregunta. Hay gente que también me dice que parezco de 60 años.
Hay esas personas que me dicen que quieren que su mamá o su abuela también entrenen, pero ellas no quieren.
A la gente con la que hablo cuando hago mis recorridos les suelo decir que hagan sus chequeos, que se cuiden. También les digo a ellos y a toda la gente que va leer, que busquen qué hacer, hay mucho con qué ocuparse.
De esa manera no van a tener pensamientos que puede perjudicarles en su vida. Hay mucho para divertirse, hay fútbol, pueden andar en bicicleta, cosas buenas que podemos hacer si nos gusta. Cuando estoy en mi casa riego mis plantas y también me gusta cantar. Tenemos que dejar de lado la pereza. Uno suele ir a consultar y el doctor te dice hacé actividad física.
Hay gente que dice “No puedo caminar”. Pero caminá hoy cinco metros, mañana otros cinco. Así vas a ir avanzando. No entiendo porqué hay mucha gente que no hace eso, porque nuestra salud es muy importante.
Estoy muy contenta porque estoy sana, les agradezco a Dios y a la Virgen por estar así. Eso es lo bueno, de poder estar saludable. Tenemos que cuidar la salud del cuerpo y la salud mental.