09 ago. 2025

Si no hay Justicia, la corrupción pública seguirá impune

La libertad ambulatoria obtenida por el ex gobernador de Central Hugo Javier González, quien fue condenado a diez años de prisión por lesión de confianza y producción de documentos no auténticos, puede ser interpretada como un caso más en que nuestra Justicia no se muestra igualitaria. Sin embargo, representa algo más, una verdadera crisis del mismo sistema de Justicia, el cual no es capaz de evitar la impunidad en los casos de corrupción pública, mientras mantiene a miles de reclusos sin condena y a la espera de juicio.

El ex gobernador Hugo Javier González Alegre y el ex jefe de Gabinete Miguel Ángel Robles, habiendo cumplido la pena mínima de seis meses por el delito que se les imputa, y porque la Constitución Nacional señala que, en ningún caso la prisión preventiva se prolongará por un tiempo mayor que el de la pena mínima, obtuvieron su libertad ambulatoria. Ambos fueron condenados a diez años de cárcel por los hechos punibles de lesión de confianza y producción de documentos no auténticos; en la causa también fueron sentenciados cinco ex funcionarios.

Además del caso del ex gobernador de Central, se pueden mencionar otros casos similares. Uno es Óscar Ñoño Núñez, hermano de Basilio Núñez, presidente del Congreso Nacional, el cual fue beneficiado con esa medida después de compurgar el mínimo de su condena de 11 años, y presentar una fianza de G. 53.000 millones. Núñez había sido condenado a 11 años de cárcel en diciembre del 2023, por lesión de confianza, administración en provecho propio, producción y uso de documentos no auténticos.

Asimismo se puede mencionar el caso del ex rector de la Universidad Nacional Froilán Peralta, quien cumple su condena en prisión domiciliaria; aunque su situación es diferente, ya que este sí tiene una condena firme, pero la Justicia le dio un trato preferencial por problemas de salud.

Mientras estos políticos pueden aguardar en sus hogares a que se haga firme su condena, en el Paraguay más de 10.000 personas privadas de libertad aguardan su juicio. Según datos del 2023, de un total de población de 17.712, solo 5.597 tienen condenas; sin mencionar a los cientos de casos de sentenciados, que habiendo cumplido su condena, no tienen las mismas oportunidades.

O, como formulara tan certeramente el obispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, “la Justicia es como las serpientes, solo muerde a los descalzos”.

La abogada y activista Esther Roa opinaba que el sistema de Justicia está en crisis y que favorece a los que tienen recursos económicos, por eso los casos de corrupción no avanzan. “Estamos ante una crisis hoy porque las personas condenadas por corrupción no van más a la cárcel ni devuelven lo robado”, reclamó la abogada. Roa explicó que en los últimos años detectó 14 expedientes de corrupción de alto perfil que prescribieron.

Hace un tiempo, la Coordinadora de Abogados del Paraguay –a través de una nota a la Corte Suprema de Justicia– había llamado la atención sobre la impunidad. Decían que procesos a ex ministros, ex titulares de entes, ex magistrados, ex intendentes e incluso parlamentarios, le cuestan al erario público un desfalco de más de 9 billones de guaraníes o USD 1.300 millones.

Toda corrupción es repudiable, pero la que se cometió durante la pandemia fue una traición de autoridades que se aprovecharon de un momento de crisis, con paraguayos que morían en los pasillos de los hospitales, aguardando una cama en terapia intensiva, medicamentos o respiradores.

No debemos olvidar tampoco la complicidad de los políticos en el Parlamento. El ex gobernador de Central, con el apoyo de los integrantes de las bancadas coloradas de Honor Colorado y Añetete, en el 2021 se salvó de una intervención, pese a denuncias de presuntas irregularidades en su gestión y dos investigaciones fiscales.

La corrupción es una desgracia para el país, y tiene terribles consecuencias en las comunidades, especialmente en las más pobres. Pero además, la impunidad socava a la misma democracia cuando los ciudadanos dejan de creer en la Justicia y en la democracia; porque debe quedar claro que cuando se trata de corrupción pública, la víctima es el pueblo paraguayo.

Más contenido de esta sección
Cada 1 de agosto el país revive el dolor, la rabia y la indignación al rememorar el día de la tragedia del Ycuá Bolaños, y el recuerdo de las 400 personas fallecidas, los más de 500 heridos y 6 desaparecidos. Un supermercado ubicado en un populoso barrio de Asunción, que un domingo en la mañana se presentaba colmado de clientes, familias enteras que recorrían sus pasillos, cuando se desató el infierno con una explosión. 21 años después los recuerdos siguen doliendo, lo mismo que reconocer que no aprendimos la lección.
En las últimas semanas se han compartido testimonios de madres de personas adictas relatando desgarradoras historias que describen con realismo la situación que genera el extendido consumo de drogas. Paraguay tiene una limitada infraestructura para la rehabilitación, pero no se debe reducir la problemática a una de las víctimas –los adictos–. En la cima del organigrama de esta nefasta cadena dominan los traficantes de las drogas, que explotan a niños y jóvenes con el consumo, pero también usándolos en el negocio.
Sin una verdadera Justicia, la corrupción pública en el Paraguay no solamente seguirá gozando de impunidad, sino que además va a extenderse como un incurable cáncer. Este es el grave riesgo que corre el país de continuar el actual esquema en el que el sistema de Justicia otorga un trato especial a autoridades que habían sido electas para administrar la cosa pública y que luego fueron condenadas por hechos de corrupción. Sin embargo, lejos de ser un ejemplo, estos terminan siendo beneficiados con medidas de privilegio.
Son muchos años de funcionamiento del esquema de estafas conocido como la mafia de los pagarés. En todo este tiempo, los delincuentes han dejando un verdadero reguero de víctimas, y estas ya no pueden seguir aguardando a que las instituciones les ofrezcan una solución, pues está en juego nada menos que su subsistencia. La denominada mafia de los pagarés no deja de causar daño a trabajadores que se ven perjudicados al tener embargados sus salarios o pensiones. La Justicia debe dar respuestas y soluciones.


Hace unos días, dos legisladores colorados lograron captar la atención ciudadana con sendas y poco felices declaraciones. Uno de ellos habló sobre cortes de carne prémium y otra del consumo de café de especialidad y tarta de queso. Con ello, y con una polémica que generó debate, discusión, indignación y memes en redes sociales, ha quedado lamentablemente demostrado que algunos parlamentarios –que son los representantes del pueblo– están absolutamente desvinculados de las realidades que vive la población.
En cuanto a la condición en la que se encuentra el Municipio de Asunción se hace urgente y necesaria afrontar la situación real a nivel financiero y de infraestructura. Resulta evidente, de acuerdo con los primeros hallazgos del interventor, que más allá de la imagen externa de caos, suciedad y abandono, la capital del país se encuentra inmersa en una profunda crisis, sin duda, podría arrastrar consigo incluso la imagen y calificación país. Es hora no solo de transparentar, sino de apuntar a todos los responsables y sus muchos cómplices.