Se gastará más de lo que se recauda, se contraerán nuevos empréstitos, se repetirán las mismas expresiones de deseos de crecimiento y no vemos ningún sacrificio desde adentro.
Al contrario, el contribuyente seguirá viviendo mal con los recursos que le da al Estado para que lo administre y este seguirá malgastando, robando y aumentado la adiposidad del “ogro filantrópico”. El nuevo gobierno culpará al anterior por esa realidad y volveremos a vivir en el eterno deja vu.
No han asimilado ninguna de las críticas de adentro ni de afuera.
Funcionarios. Siguen creyendo que la vaca lechera es inacabable en sus prodigiosas ubres de las que viven mas de 350 mil desmamantes que hacen el 23% de los empleados de este país. Los mismos que se llevan casi todo lo que se recauda en impuesto y se roban casi dos mil millones de dólares al año.
Son los ladrones más caros que recuerde nuestra historia. La misma estructura organizativa donde abundan los clanes familiares, amantes e incapaces que cobran incluso un plus por tener un título cuando la Constitución les demanda idoneidad, que debe venir con el título bajo el brazo si el cargo así lo demanda.
Salarios. Los diseñadores del Presupuesto saben que lo único que deben hacer es cumplir con el pago de los salarios mensuales y los compromisos con la deuda que casi alcanzan los mil millones de dólares al año. El resto es pedaleo en el aire. Se cree que se avanza cuando nada se mueve a favor ni en dirección de la gente.
El Estado que tenemos está mal conformado y diseñado para no funcionar. Ellos lo saben, pero nosotros: no. Creemos en su voluntarismo pero en realidad les encanta vivir en el desorden, que es donde se pergeñan las grandes y pequeñas corrupciones de todos los días. Roban todos, incluso el defensor del Pueblo, cuyas conversaciones dadas a conocer nos ilustran con claridad de qué madera están hechos los gestores del fracaso. No vemos en el Presupuesto ninguna acción orientada a mejorar las cosas. Por el contrario, se consolidan los errores que sostienen un sistema destinado a un solo propósito: el fracaso.
Clientela. Los legisladores buscarán satisfacer las apetencias de la clientela electoral y buscarán inflarlo aunque no sea posible responder a las demandas. Con ello, dejan montada la bomba de relojería que explotará en los próximos meses con marchas, huelgas y reclamos para perder clases o no atender a los enfermos. La película la conocemos tanto que nada esperamos ni de Hacienda y menos del Congreso.
Lo que tenemos es tan grave que el candidato a presidente de la República, varias veces legislador y ministro Euclides Acevedo fue muy claro: no tenemos Estado. La gran pregunta es: ¿dónde estuvo simulando ejercer todos los cargos anteriores cobrando por ellos? Claro, eso solo se puede responder en el diván de un siquiatra mientras tanto el Presupuesto es la misma joda de siempre sin ningún sacrificio de los gestores.