La ceremonia se realizó con la presencia del Nuncio Apostólico, varios obispos, sacerdotes y referentes de la sociedad civil.
Se llevó a cabo esta recordación donde fallecieron 11 campesinos y 6 policías.
El clamor sigue siendo pedido de justicia y la titulación de las tierras a cada ocupante. El acto se llevó a cabo en la parada de Marina Cué donde el 15 de junio del 2012 en un enfrentamiento fallecieron 11 campesinos ocupantes de las tierras y 6 efectivos policiales que iban para llevar adelante el desalojo.
paz. El Nuncio Apostólico Vicenzo Turturro en su homilía pidió que reine la paz, la armonía y el trabajo mancomunado en el lugar y que nunca más ocurra un hecho como lo acontecido hace 12 años.
Remarcó que la Iglesia está realizando un fuerte acompañamiento a los labriegos de Marina Cué y la mayoría hoy están ya trabajando en su propia tierra.
Familiares de los fallecidos en la masacre siguen clamando justicia y dijeron que no descansarán hasta que cada ocupante de Marina Cué tengan su título de propiedad.
Blanca Vera, cuyo marido Fermín Paredes fue asesinado en la masacre, señaló que es momento de que el gobierno ponga un punto final al tema de Marina Cué.
“Ya no queremos seguir sufriendo; queremos justicia. Mi marido fue ejecutado aquel 15 de junio; sin embargo, hasta ahora a pesar de la lucha no tenemos títulos porque el Indert no transfiere a los ocupantes”, aseveró. Agregó que “no queremos otra masacre, ya hubo otras muertes entre propios ocupantes hace algunos meses y todo eso se da porque el gobierno dilata mucho la entrega del título a los ocupantes”.
Indert. El monseñor Mario Melanio Medina como cada año participó de esta actividad y dijo que realmente falta que el presidente del Indert, Francisco Ruiz Díaz, remita los documentos a la escribanía mayor para que pueda titular las tierras y entregar a los ocupantes. Aún no observan avances de la institución.
“Es poca cosa lo que falta y si hay voluntad se puede solucionar en pocos meses”, indicó el religioso.
Participaron también de esta recordación, el obispo de Canindeyú, Roberto Zacarías y varios sacerdotes. El cardenal Adalberto Martínez también fue invitado, pero no pudo asistir.