Me llamo Raúl Guida. Aunque muchos hoy me conocen como Guida Gang, o el The Jordan Boy, en mi barrio sigo siendo Raulito. Ese nombre que me dieron de chico y me acompaña hasta ahora, como un recordatorio de que nunca debo olvidarme de dónde vengo.
Mi historia empieza en un rincón humilde de Paraguay, en el barrio Jukyty. Mi papá es argentino, rosarino de alma; mi mamá, paraguaya de Pilar. Soy mitad albiceleste, mitad albirrojo. Una mezcla de pasiones, de luchas, de acentos y costumbres que aprendí a abrazar. Esa fusión me marcó para siempre. Llevo las dos banderas en el pecho, pero el corazón es uno solo.
De chico, lo mío no era la música. Era la pelota. Fútbol, fútbol y más fútbol. Respiraba cancha. Jugué en Cerro Porteño y Sol de América. Pero a los 12 años sufrí una doble fractura expuesta que me dejó fuera por un largo tiempo. A los 15, vino otra: Una lesión de cadera. Me repuse físicamente, sí. Pero emocionalmente, algo se rompió. No solo por el dolor. Me dolía más ver cómo el fútbol, ese deporte que amaba, estaba lleno de injusticias. En Paraguay, muchas veces no llegan los mejores, sino los más acomodados. Y yo no tenía palanca. Tenía sueños. Pero no bastaba. Y entonces, cuando más perdido me sentía, mi viejo me regaló un teclado. No sabía él –ni yo– que ese gesto me iba a salvar. Empecé a tocar solo, sin profesor, de oído. Soy autodidacta. Nunca fui de repetir lo que ya existe. Desde el comienzo quise crear lo mío, sacar de adentro esas melodías que me hacían vibrar.
DEL BARRIO AL ESCENARIO
Formé mi primer grupo con amigos del barrio: Los Jamaiquinos. Tocamos una sola vez, en Navidad, y no había nadie. Nadie. Un golpe duro. Pero necesario. Aprendí que el talento no basta. Hay que llegar a la gente, hacerse escuchar, moverse, mostrar. Ahí empezó mi escuela real.
Después entré como tecladista a una banda. Subía videos cantando a Facebook. Un día me llamaron para un casting como animador (sí, animador, ni siquiera cantante) en La Euro Liga. Me eligieron. Y aunque era algo chico, fue mi primera experiencia sobre un escenario. Me enamoré.
El salto llegó cuando Mou, cantante de Meketrefes, me escribió por Facebook. Me invitó a formar parte de su nueva banda: La Cumbia Gorda. Ahí sentí que pasaba a “reserva”, como en el fútbol. Empezamos a sonar. Y una noche, mi mamá me vio por primera vez en la tele. Lloró como si hubiese metido un gol en la final del mundo. Yo también. Ese momento me marcó.
Después vino una pausa. Me quedé otra vez en el aire. Pero no me rendí. Armé una banda independiente, Los Chinchilleros, y tocábamos donde se podía. Hasta que llegó otra oportunidad: Mou me avisó de un casting en Qmbia Base. Me presenté. Éramos cientos de pibes, y me eligieron a mí. Otra vez, desde abajo. Estaré siempre agradecido con Mou (Daniel) por tenerme en cuenta.
Pero trabajé. No me quejé. Me gané mi lugar. Al principio, una sola foto por show. Después, cuatro. Después, diez. Y al final, me convertí en la voz principal del grupo. Con ellos, recorrí todo Paraguay, parte de Argentina y hasta Brasil. Y fue con ellos que cumplí uno de los sueños más locos de mi infancia: Grabar un tema con Los Pibes Chorros, la banda que me volaba la cabeza de chico.
Por eso, quiero agradecer de corazón a Junior Rodríguez y a toda la Organización Rodríguez, que me abrieron las puertas y me dieron la oportunidad de cumplir ese sueño. Gracias a ellos, ese momento se hizo realidad. Nunca voy a olvidar ese gesto.
Cuando era chico, no me perdía ni un programa donde salieran. Eran mis ídolos. Y con Qmbia Base, grabamos juntos Un beso frío. Ese día toqué el cielo con las manos. Me sentí niño otra vez, pero con un micrófono en la mano.
DE GUIDA GANG AL FUTURO
Sin embargo, cuando todo parecía estar bien, decidí bajarme del podio. Salí de Qmbia Base en lo más alto, para empezar de cero, como solista. Muchos pensaron que estaba loco. Pero yo lo sentía: era el momento. Quería crear sin cadenas, cantar lo que me nacía, ser libre.
Así nació Guida Gang. Un proyecto sin género. Canto cumbia, pero también rap, reggaetón, RKT, trap. Soy versátil, pero con una raíz clara: La calle, el barrio, la verdad. Y lo más importante: Compongo todos mis temas, soy dueño de mis másters. Nadie me dice qué hacer. Esa es mi victoria más grande.
Este 25 de julio de 2025 se cumplió cinco años de mi carrera como solista. Y quiero celebrarlo como se debe: Con música y gratitud. En este tiempo saqué un álbum que me representa como nunca: Palos Varios Barrios, disponible en todas las plataformas. Son siete canciones, una mezcla explosiva de rap y RKT, que hablan de mi vida, mis emociones, mis heridas y mis sueños. Lo hice junto a un grande de la producción: Américo Bolaños, alias El Sonido Psicodélico.
Entre esas canciones está Re Colgado, un tema que nació en una noche en que el corazón no me daba más. Lo escribí desde lo más profundo. Se lo mandé a Ariel El Traidor Salinas, de Los Pibes Chorros. Pasaron días sin respuesta. Me desanimé. Pero dos semanas después, me escribe: “Raúl, ya la grabé”. Casi me desmayo. Grabamos el videoclip en Paraguay, y hoy supera las 53 mil reproducciones en YouTube. Pero más allá de los números, fue un sueño cumplido.
Hoy miro atrás y me emociono. La cumbia me dio vida cuando sentí que la había perdido. Me abrazó cuando el fútbol me soltó. Me devolvió la sonrisa, el hambre, el fuego. Y por eso, nunca voy a dejar de ser cumbiero. Aunque cante lo que sea, mi alma tiene tumbadora y teclado. Porque la cumbia no es solo un ritmo; es una forma de resistir, de brillar desde abajo, de contar nuestras verdades con alegría.
A los artistas nuevos, les digo esto: No se salten etapas. No se desesperen por pegarla rápido. Suban los escalones uno a uno. Porque si volás sin cimientos, cuando te caigas, te vas a romper. Yo vengo de tocar en cumpleaños sin gente, de caminar kilómetros con los instrumentos al hombro. Y todo eso me formó. Desde Jukyty para el mundo: Never give up (Nunca se rindan). Guida Gang no es solo un nombre. Es una promesa, un legado en honor a mi abuelo, don Raúl Guida, que me decía: “Todos se van a acordar de mí cuando vos seas famoso”. Y acá estoy, cumpliéndole ese deseo, con cada canción que suena.