La ley sobre el régimen de jubilaciones para los profesionales médicos es una lección para todo Gobierno que no calibra con precisión la fuerza social con influencia en el Parlamento y la lectura equivocada de la realidad que lo empuja a cometer errores con consecuencias aún desconocidas.
La lucha del gremio médico no es nueva. En el 2016 lograron la aprobación parlamentaria, pero fue vetada por el presidente Cartes, quien alegó entonces las mismas razones que esgrimió Marito en su veto: “la Caja Fiscal quedará sin recursos”.
Los médicos, con fuerte representación en el Parlamento en las diferentes bancadas, volvió al ataque y en un proceso vertiginoso lograron su objetivo. En abril, el diputado cartista Raúl Latorre presentó el proyecto que tuvo la aprobación unánime en las dos cámaras. El martes 21 de mayo, el presidente, bajo el influjo de Benigno López, su hermano ministro de Hacienda, rechazó parcialmente la ley señalando que lo hacía para asegurar la sostenibilidad de la deficitaria Caja Fiscal. Pero el Parlamento, incluidas sus bancadas en Diputados y Senado, le dio un portazo. Entre el miércoles y jueves, ambas cámaras rechazaron el veto y la jubilación médica logró su promulgación vía ratificación parlamentaria, dejando al presidente en absoluta soledad.
ROSARIO DE ERRORES. Mario Abdo no tuvo la lectura correcta del escenario político. Una ley aprobada por unanimidad en el Congreso vaticinaba el rechazo a su veto. Pero su derrota fue más dura porque su propia bancada lo dejó solo, en off side.
El complejo caso lo obligó a consultar opiniones independientes, incluso, estaba dispuesto a aprobar la ley más por instinto político que por convicción, pero finalmente se decantó por la opinión de su hermano ministro.
Un error fue no ver que muchas veces la pertenencia gremial es más fuerte que los vínculos políticos, sobre todo, cuando se trata de médicos. La jubilación unió a tirios y troyanos. Estuvieron del mismo lado Desirée Masi, Esperanza Martínez, Carlos Filizzola con el ultracartista Antonio Barrios y la llanista Zulma Gómez. Médicos todos ellos.
En segundo lugar, no logró el apoyo de su bancada. Algunos legisladores revelaron que no había un pedido específico del Ejecutivo dejando desconcertado a más de uno. El diligente vicepresidente Hugo Velázquez estaba desaparecido y ningún dirigente de peso salió a defender las razones del rechazo. En el Senado, un solitario Rodolfo Friedmann le daba su apoyo mientras el resto vetaba su veto. El presidente del Congreso, Silvio Ovelar, quien habitualmente reclama posiciones únicas de Añetete porque está en función de gobierno, se ausentó convenientemente minutos antes de la votación. El mensaje, deslizan algunos, fue una venganza contra el ministro de Hacienda, quien no goza de la simpatía de los caciques oficialistas.
Ni siquiera el llanismo, con el que aparentemente ya cerró trato, lo acompañó; y eso que hace días nada más Equipo Joven posicionaba a su candidata como nueva defensora pública, con el casi pleno apoyo de la Corte Suprema. Marito, como político, sabe que si su bancada no lo apoya, ningún aliado de otro sector correrá el riesgo de ser más papista que el Papa.
Si pensó que el cartismo iba a quedarse en el molde porque en función de gobierno vetaron la ley, también se equivocó. Honor Colorado en la llanura y con la sangre en el ojo hará todo lo contrario de lo que hizo en el poder solo para ponerle palo en la rueda. La jubilación médica es el mejor ejemplo. Antes era inviable, ahora es cuestión de equidad y justicia.
DESGASTE. Mario Abdo empieza a tener un prematuro desgaste de su gestión, golpeada por la desaceleración económica y un drama fuera de agenda como las inundaciones, que ponen a prueba la mayor debilidad del Estado paraguayo, la falta de coordinación en grado endémico.
La gestión presidencial empieza a despertar alarmas porque los escenarios regional y nacional no son buenos en materia económica, y no se ve un liderazgo para enfrentar estos desafíos. En breve el Congreso analizará el paquete de reforma tributaria, el primer proyecto de relevancia de su gestión. Si no dialoga y convence a su bancada y a los demás partidos, será otro estrepitoso fracaso para un presidente que cumplió apenas 9 meses en el poder. Un escenario nada halagüeño para el país.
Pero el Congreso es también un altar de la hipocresía cuando se habla de jubilaciones. Lideran la casta privilegiada de los pensionados. Mientras el resto aporta un mínimo de 25 años para jubilarse, los legisladores lo logran con apenas 10 años de aporte. Friedmann planteó un proyecto para modificar la jubilación vip, pero lo despacharon a comisiones. Y aquí no hay diferencias: colorados, liberales, izquierdistas o derechistas no muestran el mínimo interés en renunciar a este abusivo derecho o plantear soluciones de fondo para la Caja Fiscal que arrastra un déficit acumulado de 813 millones de dólares.
La equidad suena bien para la platea, pero a la hora de repartir derechos, los detentores del poder lo distribuyen para unos pocos, según sus intereses particulares o políticos. Y en esta lista no está la mayoría de la masa trabajadora empobrecida, la que no gana salario mínimo ni tendrá jamás seguridad social, pero que con sus impuestos paga y seguirá pagando el bienestar de unos pocos.