–¿Qué inversiones atraerán las nuevas leyes aprobadas este año?; ¿de cuánto estamos hablando?
–Este año se promulgaron tres leyes para atracción de inversiones. Primero, la modernización de la Ley 60/90, con mejores condiciones para el inversionista. Segundo, el nuevo régimen de maquila que ahora ya incluye a la maquila de servicios. Estos incentivos combinados tienen inversiones proyectadas por USD 699 millones hasta el mes de agosto de este año y nos falta aún contar los últimos cuatro meses del año; estamos proyectando que vamos a cerrar el 2025 con USD 900 millones. Entonces, la maquila ya está representando más del 60% de las exportaciones de origen industrial y un aproximado de USD 1.200 millones en exportaciones anuales (...). Tercero, la Ley de Ensamblaje 100% nueva; vamos a poder ensamblar TV, microondas, celulares y acondicionadores de aire sin pagar impuestos, armarlos acá y venderlos con sello Made in Paraguay.
–¿Qué está haciendo el país para duplicar el PIB en la próxima década?
–El Gobierno lanzó hace pocos días el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2050, una hoja de ruta macroeconómica con visión al 2050 con cuatro pilares: Personas, infraestructura, energía e instituciones. Este plan integra al Paraguay 2X del MIC, cuyo objetivo es duplicar el PIB en diez años; pasar de USD 42.000 a 82.000 millones, creciendo al 7,5% anual sostenido, dos puntos y medio por encima del actual 5,5% que ya duplica el promedio regional. Para lograrlo, se eligen sectores donde el país tiene ventajas únicas y los organiza en tres franjas: Mejorar lo que ya somos buenos (...). Diversificar hacia productos sofisticados, pasar de exportar alimentos procesados a manufacturas. Crear nuevas industrias con biomasa y celulosa: El proyecto Paracel (...), biocombustibles con alcohol de caña y maíz para la descarbonización y electrointensivas con fundiciones de aluminio, polisilicio, etc.
–¿Qué beneficios o perjuicios genera la baja cotización del dólar, especialmente en este fin de año?
–Los fenómenos del tipo de cambio no generan efectos absolutos, benefician a unos sectores y perjudican a otros. Cuando el dólar baja, los importadores ganan margen, reducen costos, mantienen precios estables o lanzan promociones, lo que impulsa ventas, empleo y consumo (...). Por el contrario, la exportación pierde competitividad, el producto paraguayo se encarece en dólares, el comprador externo adquiere menos y los ingresos en guaraníes se reducen. En un país netamente importador como el nuestro, la actual depreciación del dólar actúa como freno natural a la inflación de fin de año. Al desacelerar el ritmo de suba de precios, contribuye a estabilizar el costo de vida en un contexto de crecimiento económico sostenido.
–¿Qué le conviene al Paraguay en relación con esa cotización del dólar?
–Para Paraguay, la mejor política cambiaria es mantener el dólar dentro de una franja amplia y predecible, como ocurrió en los últimos 20 años (entre G. 7.000 y G. 8.000). Este rango genera estabilidad; cuando el dólar sube, los exportadores ganan competitividad; cuando baja, los importadores pagan menos. Eso permite planificar inversiones y créditos a largo plazo, algo imposible en países con tipos de cambio volátiles o fijos.
–¿Cómo están las conversaciones o negociaciones en Itaipú?
–Actualmente, las negociaciones del Anexo C de Itaipú permanecen suspendidas. El proceso se interrumpió abruptamente cuando medios brasileños revelaron que la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN) había espiado a Paraguay. El propio Gobierno de Brasil confirmó la información mediante un comunicado oficial. Ante ello, Paraguay anunció su retiro inmediato de la mesa de diálogo hasta que los hechos se esclarecieran por completo. Además, el Gobierno presentó una protesta diplomática formal exigiendo transparencia total para restaurar la confianza y retomar las conversaciones sobre un tema de altísima sensibilidad.
–¿Qué tiene que buscar el país con Itaipú?; ¿cuáles son nuestras prioridades?
–Paraguay debe priorizar en la revisión del Anexo C de Itaipú objetivos claros como asegurar el uso preferencial de su energía para la industrialización nacional y establecer una tarifa competitiva que incentive la instalación y operación de industrias en el país. El nuevo precio debe reflejar este incentivo, convirtiendo la energía de Itaipú en motor de desarrollo industrial y generación de empleo en el país.
–¿Por qué si la ANDE tendría más recursos bajando la tarifa de Itaipú se insiste en mantener la tarifa alta?
–Existen dos modelos de tarifa eléctrica para la ANDE: La tarifa alta, que genera recursos extras que financian gastos sociales, y la tarifa baja, que transfiere esos recursos directamente a la ANDE para mejorar la red eléctrica. El país debe elegir cuál priorizar. Los recursos de la tarifa alta ya están produciendo resultados históricos en cuatro áreas claves: Seguridad: Récord de patrulleras, motos Lince, aviones, etc. Salud: Hospitales nuevos y más en ejecución. Infraestructura: Puentes, empedrados; y la educación: Escuelas reconstruidas y equipadas para que los niños estudien dignamente. Si se elimina la tarifa alta, esos USD 1.950 millones de los últimos tres años pasan íntegramente a la ANDE y las obras sociales se detienen. Hoy, Paraguay no consume toda su energía; Brasil, sí. Por eso la tarifa actual (USD 19,28/kW-mes) la paga mayormente Brasil. Lo esencial, el destino de la energía: Pasar de cederla a Brasil a usarla para industrias, empleos y desarrollo paraguayo.
–¿Qué busca el MIC al fusionarse con Minas y Energía, y Turismo?
–El proyecto tiene dos objetivos claros y complementarios que son: Mayor eficiencia organizativa, reordenando cargos y funciones; y mejor ubicación institucional; Minas y Energía pasa al MIC porque sus insumos (minerales y energía) son de producción industrial, no de la construcción de rutas o puentes (...). Ya lo aplicamos con éxito en el MIC y nadie perdió su empleo; el Ministerio funciona mejor y los empleados ganan más por hacer más.