La Policía brindó datos muy preocupantes sobre la adicción a las drogas. En tanto la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) también dio a conocer que incluso adolescentes de 14 años forman parte de las bandas del tráfico de estupefacientes.
Existen unos 20.000 adictos solo en el Departamento Central y se registran casos de niños que desde los 11 años ya comienzan a consumir los estupefacientes, lo que hace saltar las alarmas. Uno de los principales problemas es que el microtráfico muchas veces es un negocio familiar, involucra a varios de sus integrantes. Los lugares de mayor circulación de drogas son San Lorenzo, Fernando de la Mora, Luque y Ñemby.
Los asaltos en las calles o robos domiciliarios suelen tener directa relación con la adicción a las drogas. Jóvenes cometen estos hechos punibles para luego costear el consumo de crac o la marihuana. Con los efectos de la droga son más peligrosos y varios hechos fatales ocurrieron con el agregado de ese factor.
El estudio realizado por el Observatorio de la Secretaría Nacional Antidrogas refleja la preocupante influencia juvenil en la delincuencia del narcotráfico, reclutados por los cárteles. La gran mayoría de las personas capturadas por este tipo de delitos son jóvenes, es decir, que tienen entre 21 y 30 años. 455 personas de esta franja etaria fueron detenidas por la Policía en el periodo de 2018 a 2021. En todo ese tiempo se dieron 1.307 detenciones por casos de narcotráfico. Además, unas 300 tienen entre 31 y 40 años. Estos dos grupos de edades conforman más del 57% de las capturas realizadas por la Senad tanto contra el crimen organizado como el narcomenudeo.
Un dato muy llamativo es que la franja que oscila entre 14 y 20 años concentra al 9% de las detenciones, lo cual indica la precocidad con la que se inician en este mundo criminal.
La implicancia en estos grupos criminales deriva no solo en el tráfico de drogas sino también en sicariatos y tráfico de armas.
El fortalecimiento de la familia es un factor clave para que los jóvenes estén contenidos en valores morales y éticos y no opten por un escape o atajo doloroso y engañoso como inicialmente es la adicción o buscar el “dinero fácil”. Si la familia se destruye, los jóvenes ya desde muy chicos corren el riesgo de transitar por caminos sinuosos ante la falta de la orientación adecuada. La prevención es vital y ella se debe dar con el ejemplo de los mayores a los hijos en la casa.
El Estado también tiene un rol principal con la implementación de políticas públicas, programas y condiciones dirigidos a la juventud para prevenir estos callejones. Hay que insistir en las escuelas y colegios con charlas sobre el perjuicio que causa el consumo de las drogas.
El Gobierno debe sostener y ampliar el número de entidades para el tratamiento y la recuperación de las personas adictas. Sin descuidar el hecho de que debe asegurar a todas las familias el acceso a la salud, la educación y la vivienda. Tampoco debe decaer la acción reactiva de parte de los antidrogas con los operativos para cortar los brazos a los jefes de los cárteles, que son los que inundan de drogas las sociedades.