Según el Estudio Anual Redes Sociales 2017 elaborado por el IAB Spain, WhatsApp es la red social a la que más tiempo le dedicamos cada día.
Pero esta aplicación, por la alta demanda de atención que precisa, genera estrés y ansiedad. Generalmente, en estos grupos, las personas no dimensionan que se trata de una comunicación a distancia, y no de una conversación cara a cara.
El reto, entonces, es disminuir la dependencia que generan estos espacios sociales virtuales sin perder la efectividad para la que fueron creados, publicó El País.
Diferenciar
Lo primero es saber diferenciar cada grupo y entender qué se puede decir en uno y qué no se puede decir en otro.
Generalmente, los tipos de grupos se distinguen en: familiares y amigos, donde el ambiente es más relajado, grupos de trabajo o del colegio, donde debe haber un mínimo de normas de buen comportamiento, y grupos de afinidad, formados normalmente por usuarios de Internet desconocidos que se unen a hablar sobre un tema o afición común.
Poner límites
Cuantos más grupos tengamos mayor dependencia nos crearán, pero lo ideal es evitar tener más de tres grupos de alta actividad, que, básicamente, es es el límite que pone la propia aplicación para fijar grupos destacados en la parte superior.
Hacer uso adecuado. Debemos tener claro que estos chats son una herramienta de comunicación grupal rápida y general, por lo que no debemos esperar otra cosa que la puesta en común. No debemos usarlo para fines estrictamente personales. No está mal poner normativas y temas específicos a cada grupo cuando son creados.
Tampoco debemos sentir que somos “dioses de la mensajería”, y considerar que podemos eliminar a cualquiera integrante del grupo porque algo nos molestó.
Evitar el envío de spam
¿Recuerdan las cadenas? Esas son, precisamente, las que no deben enviarse. Evitemos su difusión porque le quita interés al grupo y puede perder su esencia. Los miembros podrían simplemente silenciarlo y no enterarse de lo realmente importante que allí se anuncie.
Mantener las formas
Es bueno presentarse si somos nuevos en un chat con desconocidos, cuidar la ortografía y la gramática, evitar frases mal expresadas que pueden dar lugar a segundas lecturas, evitar los chistes e ironías continuas o evitar las discusiones y peleas.
Usar siempre las “palabras mágicas": “por favor” y “gracias”, no abusar con los emoticones y no acaparar la conversación ni molestar contestando a todo continuamente.
El silencio también es una respuesta. No contestar puede ser lo correcto en ciertas ocasiones.
Silenciar los grupos
Las notificaciones causan más dependencia y en todo momento queremos mirar lo que dicen. Convendría incluso quitar las notificaciones que aparecen con la pantalla en reposo, si realmente queremos que no nos distraigan.
Por supuesto, es importante no dejar el móvil encendido continuamente, sobre todo mientras dormimos, para no perdernos ninguna nueva actividad en los chats.
No frustrarse porque no te contesten a la primera
El WhatsApp no es un medidor de popularidad, no es necesario esperar que nos contesten todas nuestras publicaciones inmediatamente como si estuviéramos hablando en persona. Si es algo urgente, mejor buscar otros canales de comunicación.
Evitar el uso indiscriminado
No agobiar con el envío continuo de fotos o videos, hay que ser selectivo. Y más si estamos al otro lado. Configurar la app para que solo se descarguen los archivos si lo aprobamos o cuando tengamos conexión wifi.
Tampoco es bueno compartir obsesivamente cada cosa que se nos ocurra o cada momento que vivimos. Si estamos disfrutando de un momento especial, un evento, una cita, una comida, no hay que estar retransmitiéndolo.
Cuidado con la privacidad
Las fotos de terceras personas solo se pueden enviar con su permiso. Tampoco incluir a nadie en un grupo sin habérselo comentado previamente.
Es bueno ajustar en nuestro perfil el nivel de privacidad que deseamos: quién puede ver mis datos de conexión, mi foto, mi estado o mi ubicación.
Por último, es recomendable, sobre todo en grupos con desconocidos, realizar copias de seguridad o guardar el historial, por cualquier cosa, y en caso que se deba denunciar el comportamiento de alguno de los otros miembros del grupo.