El obispo de Caacupé, Ricardo Valenzuela, durante la homilía del Domingo de Pascua hizo una profunda reflexión sobre la Resurrección de Jesucristo como fundamento de la esperanza cristiana.
Mencionó que la fe en la resurrección “nos propone pasar de una situación de vida marcada por el pecado a otra situación de vida marcada por la intimidad, la confianza, la solidaridad, la caridad, la apertura a lo trascendente y a la esperanza”.
“Nos ponemos más allá de la absurda muerte y de las miserias. La muerte ya deja de ser absurda, pero si lo es para alguien, entonces se nos propone, desde la fe más profunda, que Dios nos ha destinado a vivir con él. No es posible negar la dinámica de la resurrección, estamos llamados a vivir para siempre”, siguió predicando ante los cientos de fieles que se congregaron en la explanada de la Basílica.
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Consideró que solo creyendo en el Dios de la vida “tiene sentido la economía, la política, la cultura, el deporte y el arte”.
“Es creer en nosotros mismos en la posibilidad de ser y de hacer algo por Dios. No nos engañemos pensando que alguien puede realizarse plenamente en su propia existencia. Más allá está la verdadera vida. La Resurrección de Jesús es la primicia de que en la muerte se nace ya para siempre”, puntualizó.
Un nuevo horizonte para Paraguay
El obispo afirmó que un nuevo país debe ser construido con la participación de toda la ciudadanía y que las autoridades actuales “tienen la magnífica oportunidad de dar el nuevo horizonte al Paraguay”.
Además, los instó a asumir este desafío y “gastar sus energías” en un mejor futuro.
“El punto de partida deberá ser este principio cívico y moral: No hay desarrollo sin seguridad. No habrá paz social con inequidades y sin justicia”, exclamó.
Indicó que para esto hay una condición indispensable y es la de “darse cuenta de que se debe cambiar de mentalidad, actitudes y valores”.
En otro momento de su prédica, Valenzuela dijo que, ciertamente, debemos hacer la Pascua, es decir, pasar de una situación “de deshumanización a otra situación de vida de humanización”.
“La Pascua de Cristo y la Palabra de Dios nos iluminan para pasar de la esclavitud del pecado al reino de la gracia, del amor y de la libertad. La fe en la resurrección es la base de todo aporte verdaderamente genuino y original de los cristianos a la humanidad en las relaciones sociales, en la economía, en el pensamiento, en las obras de bien, en la defensa de los derechos humanos”, culminó.