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Para los politólogos, Paraguay es un caso interesante de estudiar; lamentablemente, una de las razones que nos hace particulares es que en los últimos 30 años tuvimos 10 crisis presidenciales. Katia Gorostiaga Guggiari, politóloga y sobrina nieta del ex presidente José P. Guggiari, se dedica a la investigación de democracia, instituciones políticas, juicios políticos y golpes de Estado, y explica que el único país que nos gana en crisis es Ecuador. “Nosotros tenemos el mayor porcentaje de crisis presidenciales”, y las enumera: “Wasmosy tuvo una, después viene Cubas, que tuvo dos; González Macchi tuvo tres; a Nicanor no se le registra una crisis presidencial, y Lugo que tuvo una, pero en realidad estudios dicen que tuvo unas 24 amenazas de destitución”.
–¿Cómo llegamos a esta nueva crisis?
–Hay un montón de aristas. Démosle la importancia al Acta de Itaipú, porque la tiene; por esa acta nosotros perdemos entre 1.000 y 3.000 millones de dólares por año, mucha plata que necesitamos para invertir en desarrollo, infraestructura, servicios públicos, es importante. Pero la crisis, o la situación, para mí viene desde antes. ¿Por qué? Abdo asume la presidencia no controlando el Partido Colorado, entonces no tiene algo que en la ciencia política se llama ‘escudo legislativo’, que es básicamente el umbral que se necesita para que se vete un juicio político. El que tiene la sartén por el mango es Honor Colorado, porque tiene 22 diputados, mientras que Añetete tiene 14. Eso genera que el presidente tenga que negociar con las bancadas. Son varios componentes: no tiene respaldo político propio, necesita construir coaliciones, y no lo hizo, no pudo, no quiso, no le interesó, no sabemos el motivo; salta lo de Itaipú y además en las calles tampoco tiene apoyo. Dos, no tiene un apoyo popular que le ayudaría a sostenerse, y de hecho las manifestaciones que se están formando son mucho más heterogéneas, hay estudiantes, hay ciudadanía, se están haciendo cosas no solo en Asunción sino en todo el país, todo eso hace que se desate la crisis.
–¿Qué similitudes hay entre este proceso y el de Lugo?
–Hay similitudes, y tienen que ver con el Congreso. Lugo no tenía escudo legislativo, Mario Abdo tampoco. La diferencia es que Abdo ahora, no sé por qué motivo, recibió el apoyo de Honor Colorado. Lugo se quedó solo. Aun así yo pienso que Mario Abdo es un presidente más solitario que Lugo.
–¿Y las diferencias?
–Las causas. Acá estamos hablando de un acta entreguista, según lo que dicen. Se habla de traición a la patria, de mal desempeño de las funciones, se habla de muchas cosas que están en la Constitución Nacional, y que en teoría se van a investigar. En el caso de Lugo, el libelo acusatorio tenía cinco causas, y ninguna figura en la Constitución, no se investigó, se limitaron a decir ‘hechos de público conocimiento’, esa fue la prueba que dio la Cámara de Diputados.
–¿A qué se debe la inestabilidad de estos 30 años?
–Hay muchos motivos, pero principalmente responde a la élite política. Y ahí también nosotros como ciudadanía tenemos que hacer un mea culpa porque muchos años no hicimos nada, dejamos que pasen las cosas, y que se resuelvan las cosas sin que nos enteráramos o no nos interesaba. La ciudadanía paraguaya no es una ciudadanía politizada, o no demasiado, salvo en los últimos 10 años.
–¿El Partido Colorado es el mismo de hace 70 años?
-Al cambiar la gente cambian las características, pero es la fuerza política principal, y no tiene competencia; porque el Partido Liberal tiene el umbral de voto de 900 mil votos, el del Partido Colorado fue de 1.200.000, una diferencia importante. Si querés enfrentar al Partido Colorado tenés que volver al 2008, que esté dividido y que toda la oposición se una, y encontrar un líder al estilo Fernando Lugo.
–¿Y el factor militar?
–Esa es una de las características de la tercera ola de la democracia: los militares se replegaron al ámbito castrense. En Paraguay tardó un poco más, porque no es que en el 89 los militares se fueron a su casa. Tuvimos un presidente militar, y después un líder político importante que fue la tercera fuerza política, Lino Oviedo, pero fue el último líder militar importante. El rol moderador lo tiene ahora la ciudadanía.
–¿Mario Abdo está secuestrado por Cartes?
–Secuestrado me parece una palabra fuerte, pero sí creo que está muy presionado; y ahí volvemos al juicio político. El juicio político se mete en la Constitución como una herramienta de sanción a los presidentes cuando hay mal desempeño y las causas que dice la Constitución; pero fue tan bastardeado ese proceso, que ahora se usa como un arma de negociación desde el Congreso. Entonces, el presidente, el que sea, no solo tiene que preocuparse por cumplir sus promesas de campaña, llevar adelante el país, etc., y tiene que preocuparse de que el Congreso esté tranquilo. La tarea que tiene cualquier presidente es muy compleja, y en este caso aun más. Más allá de que Honor Colorado le haya dado su apoyo a Abdo, mañana se puede enojar uno, vaya a saber por qué, y le juega otra vez con el juicio político.
–¿Qué es lo peor de esta crisis?
–Primero y principal: el acta. Segundo, que la crisis se está prolongando demasiado, una crisis que se prolonga tanto como esta hace que se pare la economía, entonces a nosotros que ya estamos en recesión nos afecta, a nosotros los trabajadores, a la clase empresarial o a la élite económica, genera perjuicios para el país. Tercero, complica la seguridad jurídica del país, qué inversor extranjero va a querer invertir en un país que está en esta situación, teniendo países estables como Uruguay, como Chile, más allá de las ventajas que presentamos. Mientras más tarden en resolver más perjuicio genera, desde hace tres semanas todo gira en torno al juicio. Y, por otro lado, está bien que se investigue, no podés echarle a un presidente de la noche a la mañana sin tener pruebas; pero una cosa es tener una investigación tranquila, y otra cosa es que todo el tiempo estén agitando.