En tiempos de la dictadura se metía a la ciudadanía el miedo que necesitaba Stroessner para imponerse con la tortura más cruel en algunos de los centros especializados en ello o en el rincón más sucio de una comisaría, en donde además de la tortura los tenían, como a Maidana y compañeros, durante más de 20 años encerrados.
En la democracia que tenemos, no estamos, digamos, siendo muy respetados.. Ahora también se tortura y hay presos políticos (los 6 de Cecilia, Genaro Meza). Pero en esta época (con el mismo partido político en el poder que en tiempos de la dictadura) lo que abundan son las imputaciones.
Imputación es la primera fase de un proceso penal, luego de que la Policía haya intervenido en el caso de un presunto delito. La persona imputada pasa a ser “oficialmente sospechosa” y puede recibir algunas medidas cautelares y la Fiscalía está obligada a buscar la verdad sobre los hechos de los que se acusan. El juez fija al Ministerio Público el plazo dentro del cual se tiene que desarrollar por el fiscal la investigación sobre ese supuesto delito, que suele ser de seis meses. Concluido todo esto el fiscal pide en sobreseimiento o si la ve culpable presenta la acusación para el juicio oral.
Todo lo anterior está bien si se hace con dedicación, investigación y sin presiones de tipo político.
Antes se torturaba y ahora se imputa. Antes por el dolor físico y ahora por la criminalización se frenan las luchas sociales.
¿Y qué hacer en estas circunstancias?
Los que defienden la imputación nos dicen que no hagamos nada, porque vamos a ser imputados.
Los que nos sentimos defendidos por los derechos humanos y por la actual Constitución Nacional de 1992, nos decidimos a exigir que el uso de la imputación sea restringido y regulado.
Tiene que dejar de ser la traducción moderna de la tortura.