22 ene. 2025

Natividad del Señor

Hoy meditamos el Evangelio según San Lucas 2,1-14.

El feliz anuncio a los pastores sigue resonando en nuestros oídos, año tras año, sin que lleguemos a acostumbrarnos. Nuestro corazón se llena de nuevo de alegría al escuchar el relato del nacimiento del Hijo de Dios, como si fuera la primera vez. El viaje de Nazaret a Belén, María a punto de dar a luz, José en busca de un lugar para el parto, el Niño que nace, los pañales y el pesebre, el anuncio a los pastores, y su apresurada visita. Todo parece nuevo en esta nueva Navidad.

San Lucas encuadra el nacimiento de Jesús dentro de la historia del mundo. El emperador Augusto había logrado instaurar en sus enormes dominios un largo periodo de paz, conocida como la Pax Augusta, pero fue después de muchas guerras, de muchos sometimientos, de mucha esclavitud. Por eso, aquel “primer empadronamiento” podía parecer un gesto de orgullo por parte de la autoridad, pero de ello se sirvió Dios para que se cumplieran las Escrituras, pues estaba escrito por medio del Profeta que en Belén de Judá había de nacer el Mesías (cf. Mt 2,5). El viaje de José con su esposa encinta, no exento de riesgos, era un acto de obediencia humana, pero sirvió de cauce para que María y José obedecieran a Dios, plenamente confiados en que todo saldría bien.

Pero de pronto, el cielo se abre, la gloria de Dios es incontenible, y se manifiesta no a los grandes de la tierra sino a unos pastores.

Para poder participar del gozo del nacimiento del Salvador, necesitamos mirar a María y a José, a los pastores, y admirarnos como lo haría un niño, lleno de asombro. Iremos también nosotros a adorar al Niño y aprenderemos las lecciones de la “cátedra de Belén”, como le gustaba a San Josemaría referirse a este misterio. Quizá la lección que más hay que aprender hoy es la humildad, la de saberse pequeños delante de Dios, y así se cumplirán en nosotros las palabras de Jesús dirigidas a sus discípulos: “El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe; y quien me recibe, no me recibe a mí, sino al que me ha enviado” (Mc 9,37). Hoy el niño es Jesús, el enviado del Padre. Acojámosle.

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-py/gospel/2023-12-25/).

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