El Museo de Arte Sacro de Asunción reúne 97 piezas talladas en madera durante los siglos XVII y XVIII, fruto del barroco hispano-guaraní. La colección, única en su tipo, refleja cómo los guaraníes reinterpretaron la fe cristiana desde su cosmovisión, creando obras que hoy se consideran patrimonio vivo del país.
UN LEGADO REUNIDO A LO LARGO DE SEIS DÉCADAS. La exposición permanente se exhibe en la histórica casona de Villa Lina y fue posible gracias a la pasión coleccionista de Nicolás Latourrette Bo, quien durante más de sesenta años reunió esculturas, cruces y vírgenes que hoy permiten conocer el sincretismo religioso de la época Colonial.
El director del museo, Luis Lataza, quien ha creado y remodelado una veintena de museos en Paraguay, explica que se trata de un arte colectivo, sin autoría individual. “El guaraní se sentía un cristiano perfecto, amparado por esa religión, y trabajaba con gusto en estas obras que siempre tuvieron el criterio de una ofrenda a Dios”, señala.
Estas piezas, elaboradas en los talleres de las Misiones Jesuíticas y en las ciudades coloniales, fueron concebidas como soportes de evangelización, pero trascendieron como expresiones artísticas que llegaban incluso a mercados de Perú y Buenos Aires debido a su accesibilidad y a la originalidad de sus formas.
EL ARTE DE REINTERPRETAR LA FE. Lejos de limitarse a copiar modelos europeos, los guaraníes desarrollaron un estilo propio. “El guaraní no copió, sino que reinterpretó”, enfatiza Lataza. Así, las obras reflejan tanto la doctrina cristiana como símbolos de su cosmovisión.
Entre las piezas más notables destacan las dos versiones del Cristo a la Columna: en una, la columna policromática representa el poder divino, ya que “cuantos más colores tiene, más poderosa es”, según la visión guaraní. En otra, las heridas de Jesús aparecen distribuidas de forma simétrica, porque “si Cristo es Dios, no puede estar desordenado nunca”.
Otro ejemplo es el Cristo de la Paciencia, que lo muestra sentado, coronado de espinas, con expresión serena mientras aguarda el camino hacia la cruz. También son llamativas las cruces pintadas de verde, color asociado a la savia y a la esperanza, símbolo de un pueblo que entendía la vida y la muerte en relación con los ciclos de la naturaleza.
PIEZAS ÚNICAS EN EL MUNDO. La colección también incluye esculturas originales que no tienen equivalentes en la tradición occidental. La Virgen del Encuentro, con los brazos abiertos para recibir a Cristo resucitado, propone una iconografía no narrada en los Evangelios.
Igualmente singular es la versión guaraní de La Piedad, inspirada en la obra de Miguel Ángel, donde María aparece entronizada en una silla verde y sostiene en su regazo un Cristo adulto pero empequeñecido, como símbolo de maternidad y divinidad al mismo tiempo.
Con esta colección, el Museo de Arte Sacro ofrece a los visitantes un acercamiento único a la historia de la fe en Paraguay y al talento de los guaraníes, que supieron plasmar en la madera un mestizaje cultural que todavía late en la identidad del país.
El museo exhibe además representaciones de ángeles, santos jesuitas y franciscanos, todas impregnadas de una creatividad que convierte la devoción en arte. “Estas obras sencillas, sin oro ni plata, fueron accesibles para todos y se convirtieron en disparadores de oración y contemplación”, concluye Lataza. EFE