Los directivos en principio se negaron a mostrar el documento a este medio, pero tras un pedido a través del portal de acceso a información pública se vieron obligados a remitir el informe en el que figura la recomendación. El Ministerio no alertó que el hierro y manganeso superaron los límites permitidos y que el plomo también sobrepasó levemente lo permitido. La falta de alerta fue a pesar de que existen pobladores, como en La Dorada, Boquerón, que toman agua del Pilcomayo por ser la fuente más cercana a la que tienen acceso. Allí las obras estatales no existen.
“En el Pilcomayo siempre hubo presencia de metales pesados porque históricamente la fuente del río fue zona de minería. Residuos de metales pesados hay, pero no hay un caso como para alertar”, se había excusado previamente el director de Recursos Hídricos, José Silvero.
Mientras tanto. Lejos de la desidia, en Washington, Oviedo en su discurso dijo que: “Todos tenemos derecho a aspirar a un mundo mejor, a alcanzar el desarrollo sostenible de nuestros países y a mejorar la calidad de vida de nuestras poblaciones y la energía nuclear constituye una de las herramientas más adecuadas para ayudarnos en esta difícil pero indispensable tarea”.
Instó a los demás Estados que participan de la conferencia a realizar intercambios de “experiencias” y “conocimientos”.