20 abr. 2024

Mensaje siniestro

El cobarde asesinato del fiscal Marcelo Pecci en su luna de miel en Colombia es un claro mensaje de la mafia para toda la nación, donde el crimen organizado está enquistado desde hace mucho tiempo, y nos dice que llegó para quedarse.

Es evidente que el atentado fue minuciosamente planeado para que no hubiera ningún tipo de resistencia, para tomarlo desprevenido, a plena luz del día y en una playa frente a mucha gente. La víctima estaba con su esposa, quien presenció lo ocurrido.

Nadie pensó que se animarían a tanto como para matar a un agente del Ministerio Público, y ¿quién nos dice que no hay otros en su agenda, relacionados principalmente con la Justicia?

El antecedente que recuerdo es la muerte de Santiago Leguizamón, asesinado en pleno Día del Periodista en Pedro Juan Caballero, donde el mensaje era para los comunicadores que se animaran a denunciar y publicar sobre ellos.

Toda la escena nos hace acordar de los crímenes mafiosos de El Padrino, donde cada muerte dejaba un mensaje y a la vez que servía de ejemplo de que ellos tienen el poder para hacer lo que quieran. Incluso, dejar la cabeza de un caballo en una cama, como cuenta el escritor Mario Puzo.

Por eso, elegir a uno de los fiscales más representativos en la lucha antimafia para enviar su mensaje y servir de ejemplo debe movernos a la acción, a que la lucha contra este flagelo tenga el apoyo de todos.

Lo ocurrido ayer debe dar impulso y fuerza a los agentes fiscales para poner mayor énfasis en su trabajo. En investigar mejor. En buscar pruebas para condenar a los autores.

Estoy seguro que el crimen se gestó aquí en nuestro país, y su ejecución fue en otro. Por eso es que hay que investigar en todos los casos que tuvo, principalmente los procesos antidrogas que encabezó, para llegar a los autores intelectuales.

Es que, a pesar de que son las autoridades colombianas las que investigarán la causa, debe abrirse también una pesquisa paralela en nuestro país para que el hecho sea esclarecido totalmente. Para que no quede impune.

La cuestión es que hace mucho tiempo la mafia tiene sus tentáculos en el poder. Esto debilitó las instituciones y nuestra frágil democracia, lo que hizo que haya un descreimiento absoluto hacia nuestra justicia y al trabajo de sus operadores.

Al tener la protección abierta de poderosos, esto se pone más difícil y hace que la mayoría de las causas queden en la nada, varias de ellas, por una investigación totalmente deficiente que nos hace pensar, no en negligencia, sino en complicidad.

La lucha contra el crimen organizado debe partir de una verdadera voluntad gubernamental y social. De tomar conciencia de que esto será peor si no se le pone un freno. Si no actuamos como se debe para extirparla de la sociedad.

Lamentablemente nuestras principales autoridades ahora están en plena campaña proselitista y con escaso tiempo para gobernar, cuando que la lucha debe ser sin cuartel ni descanso.

En un viaje que hicimos a Colombia, los colegas y autoridades de ese país nos alertaban que ellos empezaron así, y todos saben cómo terminaron. En una de las naciones más golpeadas por los narcotraficantes y las guerrillas. Por eso, aún estamos a tiempo para evitar convertirnos en una réplica.

Tenemos regiones donde el índice criminal es bastante alto, donde se tiene miedo, en donde nadie quiere meterse por temor a terminar siendo víctimas. Esto se nota y con lo ocurrido ahora será peor.

De ahí que como paraguayos debemos responder a este mensaje siniestro del crimen organizado con toda la fuerza, que no se deje pasar, que no crean que se quedará sin resolver, sin Justicia.

La impunidad alentará a que la mafia siga enseñoreándose en nuestra patria, por lo que la única respuesta posible a este atentado es encontrar y condenar a los culpables. No hay otro modo.

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