Me llamo Víctor Rodolfo Vert Gossen, tengo 47 años y soy oriundo de Yaguarón.
Hace 14 años vivo en la ciudad de Asunción y soy egresado en Medicina Familiar de la Universidad Católica de Asunción (UCA).
Soy director de Hospitales del Área de Interior del Instituto de Previsión Social, en donde trabajo hace 17 años, y también trabajo como médico de guardia en el Ministerio de Salud.
Inspiración para ser médico
Tuve una infancia muy buena en Yaguarón, siempre tuve muy buena relación con mis padres.
Puedo decir que mi mamá fue la inspiración para que yo me forme como médico, por más de que mi mamá no tenga ninguna profesión; con ella desde niño siempre visitábamos y frecuentábamos el Neuropsiquiátrico y recorríamos otros hospitales llevando caramelos, dulces y regalos para los niños, también para los pacientes internados, y eso a mí me marcó muchísimo en mi infancia esos gestos solidarios que tenía mi madre y por eso le debo mucho a ella.
Es mi mayor ejemplo de persona, y gracias a eso pude seguir la profesión de médico para poder ayudar a más gente.
Cuando terminé el colegio me fui al Probatorio de Medicina en la ciudad de Villarrica a los 20 años en la Universidad Católica de Asunción porque en aquella época la sede quedaba ahí, luego se habilitó en el Campus en Asunción y me mudé a la capital.
Luego de terminar la carrera rendí examen con el Concurso Nacional de Residencias Médicas (Conarem), en el IPS, que me dio la oportunidad y estaba queriendo decidir entre seguir la especialidad de Pediatría y Medicina Familiar.
Yo soy, como siempre le decía a mi mamá, un pediatra frustrado porque siempre me gustó la Pediatría.
Cuando hubo el último cupo para elegir me preguntaron por qué no seguía Medicina Familiar, que también abarca la parte pediátrica, y así entonces opté por seguir con la especialidad.
Luego concursé para quedarme, y es así como tuve mi primer contrato en IPS, en donde trabajo hace 17 años y actualmente soy director de Hospitales del Área de Interior.
Además, hace cinco años me contrataron en el Ministerio de Salud de Capiatá, en donde soy médico de Guardia los días domingos.
Pasión por la guitarra
A los 13 años me fue llamando la atención la música y fue así que decidí estudiar guitarra. Recuerdo que mi mamá me llevaba a practicar hasta Asunción desde Yaguarón con el gran profesor ya fallecido Rodolfo Rudy Heyn, quien tenía una escuela para guitarristas sobre la calle San Martín.
Mi mamá siempre me apoyó en mi sueño de practicar un instrumento, y ella me esperaba afuera durante una hora y media, que era el tiempo que duraba la clase y luego volvíamos a nuestra ciudad.
A mí me llegó muchísimo la música, porque cuando eso existían los casetes que se metían en los caseteros de los autos y mamá siempre escuchaba música romántica y eso a mí me inspiró mucho porque también estudiaba canto luego que empecé a ejecutar la guitarra y cantar todas las músicas que en ese momento estaban de moda con las grandes voces como Camilo Sesto, Armando Manzanero, luego llegó Luis Miguel y otros cantantes que marcaron una época.
Pandemia
La idea de llevar música en los hospitales surgió durante la pandemia del Covid porque se empezó a implementar el aislamiento para todos, porque había mucho miedo e incertidumbre por los contagios masivos.
El aislamiento era en especial para los funcionarios médicos, porque la gente tenía miedo de nosotros porque estábamos prácticamente en el campo de batalla y nos vestíamos con los famosos trajes aeronáuticos y entonces, eso creaba mucha ansiedad para los pacientes y sobre todo a los compañeros de blanco.
Había mucha tristeza y depresión en ese momento porque muchos tenían que mudarse o alquilar piezas para no estar en contacto con sus propias familias por miedo a contagiarles y muchos colegas tenían hijos que aún eran chicos y ellos no querían mudarse ni separarse de ellos.
Un día me decidí y empecé a llevar mi guitarra para cantarle a mis compañeros y fue la primera vez que realmente llegué a hacer una serenata y notaba como eso le hacía sentir mejor a mis compañeros y compartíamos un momento especial y el ambiente era más ameno.
Cuando recorría el hospital me llegaba mucho la pobreza humana por lo cual estaban pasando los pacientes internados, porque generalmente hay muchos abuelitos que sus propias familias les abandonan, y es algo que mí me causó mucha tristeza y finalmente una vez mis compañeros me dijeron: ¿Doctor, será que vos no podrías cantar a las abuelitos? Y fue así que empecé a cantar a los pacientes, ya sean niños o abuelitos.
Recuerdo que una señora estaba muy mal con una insuficiencia respiratoria y tenía una mascarilla que estaba con alto flujo de oxígeno. Cuando empecé a cantar ella aplaudía, todos son testigos y luego esa paciente empezó a aplaudir y sonreír, era increíble como sus parámetros vitales empezaron a mejorar, está comprobado que la musicoterapia ayuda a los pacientes a sentirse mejor.
Mi objetivo es inspirar a otras personas que sigan este camino, sobre todo de fomentar a los jóvenes en recuperar esa humanidad perdida que muchos colegas de blanco perdieron hoy. Pienso que si una persona no tiene vocación, no tiene que seguir la carrera de Medicina. Esta profesión requiere de mucho sacrificio, pero hay una esperanza, los médicos tenemos que darle más prioridad a la falta de atención a la alud mental en el país.
Mi inspiración para ser médico fue gracias a mi madre, porque desde que era niño le acompañaba a los hospitales llevando dulces y regalos para los niños y los pacientes que estaban internados.