La particularidad de la pieza, de alto contenido de concienciación ambiental, gira en torno a que la profesora Superior de Declamación e Iniciación Teatral, Natalia Mariel y su madre María, fueron colegas, además de familia, a través de la obra.
María Dinora Mendoza es directora de teatro, licenciada en Medios de Comunicación, además de actriz de radionovelas, crítica de cine, profesora de educación artística, literatura y declamación, tareas a las que dedicó 40 años de su vida.
“Yo seguí sus pasos y hace más de 25 años ejerzo la docencia en el área de declamación, iniciación teatral, expresión corporal y redacción”, comentó Natalia, involucrada en todo lo referente al arte: danza, canto, teatro y declamación.
La artista, al igual que su madre, tiene vasta experiencia en el arte. “Realicé números, recitales poéticos, y eventos artísticos en diferentes escenarios de nuestro país”, detalló.
Algunos escenarios recorridos fueron, el del Centro Cultural Juan de Salazar, el del Teatro de las Américas, el del Arlequín Teatro, además de la última obra compartida con su madre, que fue presentada en el teatro del Centro Paraguayo Japonés.
El Palacio de Neptuno combina magia, diversión y un mensaje crucial sobre la conservación del medio ambiente.
Fusiona las danzas, canciones y una innovadora producción audiovisual para una escenografía vibrante. Esto fue posible mediante la colaboración entre el equipo de Luis Calderini Danza y Cía, y la producción audiovisual de Pili Rojas Producciones. La obra fue una adaptación de Maradí Mendoza.
ESTUDIAR TEATRO. Natalia Mariel recomienda estudiar y hacer teatro, pues “los beneficios son muchos”.
“En los niños, por medio de esta expresión artística, son capaces de expresar sus emociones, interpretando diferentes tipos de personajes, así como aumentar la percepción que tienen de la vida y de las cosas”, añadió.
Además, se sienten más seguros de sí mismos, toman conciencia de sus movimientos corporales, “amplian su vocabulario, trabajan en la dicción y vocalización, ejercitan la memoria”.
Otro beneficio es que se fomenta el trabajo en equipo, lo que se vuelve un componente importante al realizar una puesta, “por más de que sea un simple skecht la cooperación, tolerancia y respeto del elenco es fundamental”.
Natalia explica que el teatro beneficia a todo ser humano, “porque alimenta el alma, puede llegar a sentimientos íntimos y transmitirlos en una simple escena”.
Se puede estudiar esta disciplina desde muy temprana edad, “para canalizar emociones, con juegos de expresión corporal, mímica, ejercicios de dicción”.
Dependiendo de la edad del estudiante, también se activan otros aspectos como la lectura, memoria, la escritura y redacción.