Me llamo Dayanna Aline Rodríguez Gottschalk, tengo 29 años, y soy oriunda de Asunción. Me dedico a la gastronomía y soy fundadora de Nissi Pastelería, en donde realizó todo tipo de productos dulces gourmet y distribuimos a locales gastronómicos del país.
Tuve una infancia que yo ni le llamo así, porque fue un infierno, como yo siempre digo. Yo viví un infierno aquí en la tierra y fue desde los 5 años porque fui abusada primeramente por mi padrastro, el papá de mi hermana. Después de un tiempo mi mamá me dejó viviendo en la casa de mi abuela y ahí fui abusada por mi tío cuando tenía entre 7 y 9 años. Después de un tiempo nos mudamos a J. Augusto en donde lastimosamente también fui abusada por un profesor a los 13 años. En ese momento, tuve una inmensa depresión por todo lo que me estaba ocurriendo, incluso pensé en quitarme la vida, pero afortunadamente mi hermanita me salvó en ese entonces y fue por ella que pensé que tenía que seguir viviendo para cuidar de ella y que no viva lo mismo que yo viví. Luego de esa situación, le conté a mi mamá todo lo que me había callado desde niña esperando que ella me crea y que me abrace por lo menos y ella simplemente me dijo: “Andá a dormir”.
Nunca me creyó, pese a que había presenciado varias situaciones con mi padrastro. Al día siguiente, le llamé a mi papá y él fue el único que sí me creyó y me pidió perdón, llorando, porque casi no estaba conmigo, porque yo no quería estar con él por miedo, porque por todo lo que me pasó tenía miedo a los hombres e incluso hasta de mi propio papá. Mi papá me llevó al hospital en donde me hicieron estudios y se constataron los abusos. Cuando yo tenía 16 años lastimosamente mi papá falleció de cáncer y me quedé completamente sola de nuevo y volví a entrar en depresión porque después de que yo comenté la situación que viví, todos querían encubrir el caso en mi casa por el “qué dirán”.
Cuando, al fin, cumplí 18 años yo salgo de mi casa y gracias a la ayuda de la mamá de una amiga que apenas escuchó mi historia me dijo: “Vos vas a huir de esa casa y te vas a ir a quedar a vivir conmigo” y ahí me quedé viviendo varios meses con ella.
A causa de los abusos lastimosamente tengo hoy en día seis cirugías de laparatomías que son cirugías abiertas para buscar respuestas a mis dolores que sufro desde niña.
Después de la última cirugía que pude realizarme gracias a la ayuda de la gente que me conoce y me ayudó a juntar USD 35.000 dólares para poder viajar a la Argentina y poder hacerme esa intervención pudimos saber que parte de lo que me hicieron sigue presente y mi columna está totalmente lastimada y tiene nervios dañados a causa de los abusos.
Hoy en día sigo medicada a diario para no sufrir dolor y los que me hicieron ese daño siguen libres, pero ya fueron denunciados y viralicé mi situación a través de las redes sociales. Lo que más quiero es que se haga justicia y nunca más le ocurra esto a ninguna otra niña por parte de estas personas.
EMPRENDIMIENTO
Empecé mi emprendimiento de venta de dulces a los 18 años y comencé enfocarme en trabajar para tener mi dinero e ir lejos de esa familia. Jamás les pedí un peso y sola salí adelante. Luego le conocí a quien ahora es mi esposo, nos hicimos amigos y formamos lo que es la pastelería Nissi que también se convirtió en una academia de cientos de alumnos. Mi esposo es psicólogo, él siempre me apoyó en todo mi proceso y me hizo devolver la confianza en los hombres y agradezco haberle conocido y pude superar ese miedo, costó mucho trabajo, pero él siempre me comprendió y estuvo a mi lado. La persona que me inspiró mucho para dedicarme a la pastelería fue mi papá. Antes de que fallezca estando en el hospital me dijo: “Yo voy a salir de acá y vamos a montar mi negocio”. Él era un buenísimo cocinero porque aprendió esto trabajando en Argentina como mozo. Años después vino a Paraguay y se volvió militar y dejó su sueño de lado, pero siempre decía que quería jubilarse y montar su negocio de comida.
Me gustaba mucho cocinar no solo por el dinero es porque la gente me decía: “Hijole, qué rico es” y ahí entendí por que papá quería cocinar, porque esa sensación que te da cuando alguien te dice eso es totalmente diferente y pasando todo ese infierno, para mí cocinar era como escaparme y la cocina es mi mundo.
Siempre fue el trabajo lo que me ayudó a escapar de situaciones dolorosas o de momentos críticos de mi vida porque cuando cocino yo no pienso en nada, me siento libre. En el 2024 tenía un proyecto que presenté a varias personas para poder crear una sociedad y afortunadamente pude crearla con tres socios. Hoy en día tenemos nuestra pastelería en Mariano y también contamos con el centro de producción y, actualmente, vendemos productos novedosos de pastelería para cafeterías y cadenas de restaurantes y también a las personas que quieran revender dulces.
RESILIENCIA
A través de mi historia espero poder ayudarle a otras mujeres y niños que pasaron por lo mismo, que vean que sí se puede salir adelante, que recuerden su valor. Profesionalmente me gustaría volver a enseñar repostería para que las mujeres puedan salir adelante a través de la cocina, que es un lugar que te desconecta y hace que explotes totalmente tu imaginación.