18 abr. 2024

La unidad partidaria que debilita a Marito

Desde el 31 de julio, el día más álgido para el presidente Abdo Benítez, el epicentro de la política fue la residencia del ex presidente Horacio Cartes. Allí se decidió aprobar el juicio político y allí se desactivó 14 horas después, ese jueves 1 de agosto.

Desde entonces, Honor Colorado y/o Horacio Cartes, o viceversa, se convirtió en el árbitro del golpeado Gobierno que cumplió apenas un año sumamente debilitado y ahora maniatado.

Tras la suspensión del juicio político se inició un operativo para acercar a los dos líderes, hasta entonces en las antípodas de una disputa que casi tumbó el Gobierno.

El lunes 5, Juan Carlos Galaverna llamó a Juan Carlos Baruja para explorar el humor cartista. El gobernador le respondió que había malestar porque a pesar del enorme favor que le hizo a Mario Abdo, este no se mostró agradecido, confió una fuente palaciega.

Ese martes, Galaverna, Nicanor y otros dirigentes estaban reunidos con Marito en Palacio de Gobierno. En ese momento, Galaverna recibe la llamada de Cartes y este le convoca a su residencia. Inmediatamente decide acudir acompañado de Enrique Baccheta y Silvio Ovelar, previa venia del empresario. “Baruja fue un puente para este encuentro”, acotó agradecido un cercano a Marito.

Mientras tanto, el presidente recibía el “baño popular” de los colorados en la plaza, cumpliendo así una típica liturgia colorada. Finalizado el acto, volvió a Palacio, donde ya estaban los emisarios. Tras una breve charla con ellos, se alejó y realizó la llamada. “Hablé por teléfono con él (Cartes). Le saludé y agradecí el gesto que tuvo su movimiento en la generación de estabilidad”, confesó luego a la prensa.

“El reencuentro colorado” siguió el viernes en la residencia cartista con la reunión de las dos bancadas coloradas de diputados. La foto, con Cartes en el centro y flanqueado por el vicepresidente, finiquitaba una semana fatal para el presidente de la República. Esa foto no era otra cosa sino su rendición absoluta y la demostración de poder de Cartes y Velázquez en el Congreso. Aunque parezca contradictorio, la unidad granítica lo debilita porque el poder no reside en él.

El Cartes bipolar del juicio político sí, juicio político no cerraba la semana con aires de estadista. “Paraguay está primero, vamos a trabajar unidos para mejorar nuestra economía y salgamos adelante como país”, señalaba en un festejado tuit.

LOS CONDICIONAMIENTOS. De la reunión con los diputados se sabe que decidieron darle el certificado de defunción al juicio político, lo cual dará oxígeno a Marito para estabilizar su gobierno. Pero en política y economía no hay almuerzos gratis. Honor Colorado exige “institucionalizar el Senado”, lo que significa que dos senadores que “no fueron electos ni proclamados” como Rodolfo Friedmann y Mirtha Gusinky deben abandonar el Senado. Ambos ocuparon las bancas de Cartes y Nicanor. Se aclaró que el ex presidente no quiere una vida legislativa, pero que desea jurar y pedir permiso. “No se va a exponer a los escraches de Payo y Desirée”, deslizó un leal. También se decidió que no habrá co-gobierno, pero tampoco el apoyo es una concesión graciosa. Se acordó que los funcionarios cartistas que fueron despedidos por razones electorales sean readmitidos y que si hay pedidos para nuevas incorporaciones se “atienda el reclamo de la dirigencia de base”.

Un tema del que no se habló pero que se maneja al más alto nivel es una petición que puede complicar al Gobierno: Cartes quiere que la embajada paraguaya en Israel vuelva a Jesuralén, tal como dispuso en el tramo final de su mandato, y que Marito desactivó restableciendo la legación diplomática en Tel Aviv. Este fue uno de los temas que más roncha generó entre ambos. Se menciona que el primer ministro Benjamín Netanyahu llamó a su amigo paraguayo, a instancias de Jair Bolsonaro, para convencerlo de retirar su apoyo al juicio político. De los pasos que de la Cancillería sobre este punto se sabrá si fue parte del condicionamiento.

PRIMER AÑO NEGRO. Marito cumplió un año de gestión con la peor imagen que otros presidentes. Un 70% lo rechaza, otro tanto no lo volvería a votar y muchos más no confían en él para renegociar Itaipú, reveló una demoledora encuesta de este diario.

El escándalo por el acta secreta de Itaipú generó una prematura barrida de altos funcionarios y lo dejó al borde de la destitución. A pesar de ello, y ante el expreso pedido de sus compañeros sobre la necesidad de dar un golpe de timón, no cambió a un solo ministro. “Nadie quiere venir a ser ministro de un Gobierno que se puede ir la semana que viene. Primero tenemos que estabilizar la Nación”, dijo en una confesión increíble.

Sin banderas que enarbolar, excepto la lucha contra el narcotráfico y la decidida participación del Ejecutivo en la renovación de la Corte Suprema, el presidente cumplió un año en medio de una crisis económica y política extremas, sin resultados emblemáticos, sin señales de un futuro, estigmatizado con el rótulo de “traidor a la patria” y prisionero de un sector político que viene para cobrar cada acto de humillación.

Como respuesta, Marito decidió auparse solamente en su partido sin tender puentes con el resto de la sociedad que mira atónica su debilidad y su incapacidad de gerenciar el poder.

Eligió la opción colorada como único salvavidas. Y eso que, más que nadie, sabe que ningún sector es tan feroz como el que entraña el adversario que tiene dentro de su propio partido.

Él fue uno de ellos. Debería saberlo.

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