A tres meses del inicio de la cuarentena por la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus, Paraguay prácticamente sigue sin capacidad de respuesta, completa y adecuada, a nivel de equipamiento y personal en los hospitales y centros de atención públicos. Aún no estamos preparados para hacer frente a una cantidad importante de infectados y positivos graves que podrían registrarse en el marco de esta pandemia.
Hasta el momento, las medidas de aislamiento tomadas a tiempo por las autoridades, además del acatamiento ciudadano, entre otros elementos, están “salvando” a nuestro precario sistema sanitario del colapso. Quizás, como pocas veces en nuestra historia, algunos políticos y referentes gubernamentales están poniendo una atención especial al sector; un logro atribuido principalmente a la presión del Covid-19.
Sin embargo, más allá de los esfuerzos del ministro Mazzoleni, la situación del sistema es preocupante; pues si 30 pacientes bastan para sobrepasar la capacidad de atención de un centro especializado como el Ineram, es lógico suponer que en otras instalaciones el panorama es aún más desalentador.
De acuerdo a informes, en todo el territorio nacional el sistema público cuenta solo con alrededor de 420 camas de UTI, incluyendo adultos y niños (ÚH-04-06-2020); lo que sumando a las existentes en sanatorios privados -cuyo costo diario supera los G. 10 millones- además del IPS y otras entidades, se tendrían en total 775, aproximadamente.
De hecho, estamos al 50% respecto a lo mínimo requerido por la Organización Mundial de la Salud, en cuanto a camas de terapia intensiva a nivel público, que cuenta con alrededor de 34 hospitales, según reconocen referentes de MSP.
Y a esto hay que agregar los casos de pacientes oncológicos y crónicos que en esta coyuntura quedan marginados del sistema público, con dificultades para realizar consultas, contar con una simple receta o solicitar un estudio especializado, puesto que la prioridad es el Covid-19. Algunos, como el caso del Hospital Nacional de Itauguá, incluso fueron desalojados para dar espacio a los afectados por el coronavirus. Una situación compleja y delicada.
Nos encontramos frente a una deuda histórica que avergüenza.
En estos momentos, Salud Pública lidera una carrera contra reloj, que también implica enfrentar a las mafias, otra de las epidemias antiguas y con muchos “infectados”.
Una práctica que ha frenado bastante este proceso, poniendo en peligro el funcionamiento de todo el sistema y sus profesionales, tanto, que tras la rescisión de contrato de la polémica licitación de productos chinos, debido a las irregularidades detectadas, el Ministerio de Salud, cuenta con una disponibilidad solo para dos meses, respecto a equipos de protección individual e insumos para el personal de blanco. El titular del MSP informó que la cartera sanitaria salva la cobertura en plena pandemia del Covid-19 con las donaciones de insumos y medicamentos. Simplemente decepcionante.
Es momento de exigir y comprometerse con una real inversión en Salud. Urge no solo pensar en parches, sino en una política a mediano y largo plazo que permita superar los años de estancamiento, marcados por la corrupción y el prebendarismo, alimentados por la pobreza y la ignorancia.
Se percibe un esfuerzo que es alentador para la ciudadanía. Para superar la emergencia que enfrenta desde años la salud en Paraguay, hace falta mucho empeño, honestidad y patriotismo, y sobre todo, ser contundentes a la hora de espantar a los cuervos del lugar, acostumbrados a la carroña en el Estado paraguayo.