La semana antepasada en una movida inusual el presidente Trump despidió “con causa” a la Sra. Lisa D. Cook gobernadora de la Reserva Federal ¿Por qué con “causa”? Se reportó que Cook cometió un posible fraude hipotecario en 2021, poco antes de ser nominada, declarando como su “residencia principal” simultáneamente dos viviendas distintas en los Estados de Michigan y Georgia (Ann Arbor y Atlanta) para obtener condiciones favorables en sus hipotecas. Esas acusaciones, remitidas al Departamento de Justicia, son la base de la “causa”. Estas hipotecas no fueron debatidas en el Congreso durante el proceso de nominación de Cook, lo cual también es inusual. Por su lado, Cook niega “haber actuado mal”, sin embargo, no ha confirmado ni desmentido que reclamó dos hipotecas para “vivienda principal” a la vez. Afirma que no ha sido formalmente acusada de ningún delito por un juez, sostiene que el presidente carece de autoridad para destituir a una gobernadora de la Fed y, a su vez, ha contrademandado judicialmente para bloquear la destitución.
El drama hipotecario con la Sra. Cook se enmarca en una lucha abierta de insultos entre el presidente Trump y Jerome Powell a quien llama “siempre tarde Powell”. ¿Por qué Donald Trump quiere tasas más bajas “urgentemente”? ¿Es solo para estimular la economía en el corto plazo, aun a costa de inflación futura? No, hay algo más en la urgencia de Trump: El déficit fiscal. Una baja de intereses de referencia de la Fed significa una reducción en la proyección del costo de la deuda trillonaria del Tesoro Americano. La Fed fue diseñada precisamente para ais-lar sus decisiones de estas presiones, con su mandato doble de estabilidad de precios y crecimiento del empleo. Si ese blindaje se rompe, la credibilidad del banco central se debilita, con consecuencias globales. Irónicamente, Lisa Cook sería uno de los miembros del gobierno la Fed que más favorecería una baja de tasas de referencia.
A este cuadro se sumó la última aparición de Jerome Powell en la reunión de Jackson Hole de agosto, en la reunión de presidentes de bancos centrales de todo el mundo, donde indicó que podría considerar una baja de tasas. Señaló que los riesgos han cambiado: El mercado laboral muestra fragilidad y la inflación causada por aranceles aduaneros parece transitoria. El mensaje fue interpretado como un guiño hacia un recorte de tasas en setiembre. Los mercados reaccionaron de inmediato ese mismo día, 22 de agosto: El dólar se debilitó frente al euro, el rendimiento de los bonos del Tesoro cayó: El de 5 años bajó de 3,85% a 3,76%, y el de 10 años de 4,33% hasta 4,26%.
Soportando la posición de Trump, en entrevistas con Fox Business, el secretario del Tesoro Scott Bessent declaró que el mercado es ‘forward looking’ y asume –por ejemplo– cambios en tecnología e inteligencia artificial, mientras que los modelos macroeconómicos de la Fed están basados en datos concretos, pero del pasado, que no contemplan cambios tecnológicos y por lo tanto la Fed se equivoca ‘siempre’. Este comentario es mucho más determinante para los operadores de mercado que el ‘fuego y la furia’ del presidente Trump hacia sus autoridades. Los analistas de Wall St. ya ven una probabilidad cercana al 75% a un recorte de 25 puntos básicos en setiembre. Esta columna piensa que más allá de la novela de enredos, finalmente, habrá dos cortes de 0.25% de aquí a fin de año. ¿Será?