07 nov. 2025

La construcción de una alternativa política

Pasadas las elecciones generales de abril 2023 en el Paraguay, la oposición política entró en una fase crítica, marcada por una disminución de su presencia en ambas Cámaras del Congreso, y la retención de tan solo dos de los diecisiete gobiernos departamentales.

Situación que contrastó con el desempeño del partido de gobierno que ganó de vuelta la presidencia y vicepresidencia, y una mayoría absoluta en ambas Cámaras; aparte de quedarse con quince de los gobiernos departamentales.

Los miembros de la oposición están experimentando una suerte de “repliegue” y “recomposición” política. El Partido Liberal Radical Auténtico, quedó al borde de un “cisma” después de su Convención Extraordinaria. Situación agravada por una profunda crisis administrativa y financiera. La izquierda, aglutinada en el llamado Frente Guasu (frente amplio), quedó con una senadora y una diputada, mientras su líder, el ex presidente Fernando Lugo, sufrió un accidente cerebrovascular. Quedan otros partidos pequeños, Encuentro Nacional, Patria Querida, Hagamos, Yo Creo. Esta sociedad política opositora se encuentra, además, procesando la aparición de una nueva entidad, el partido que surgió con el liderazgo del ex candidato a presidente, Paraguayo Cubas. Se trata de Cruzada Nacional, que obtuvo cinco bancas en el Senado y cuatro bancas en Diputados, para luego sufrir fugas de sus parlamentarios a posturas independientes de trayectoria incierta.

Los periodos gubernamentales en Paraguay son de cinco años, sin posibilidades de reelección del presidente. De manera que de aquí a 2028 será esta sociedad política opositora la que se volverá a plantear la pregunta de cómo se puede construir una alternativa política capaz de ganar las próximas elecciones generales. Para responder a dicha pregunta, hay dos referencias obligadas, desde el punto de vista politológico. Una, de qué tipo de sistema de partidos estamos hablando, y, dos, cuáles son las garantías que nos ofrece el sistema electoral.

Usando las herramientas conceptuales de Sartori, podemos decir que estamos hablando de un sistema de partidos “semicompetitivo”. El sistema de partidos paraguayo se acerca mucho al sistema de partido predominante, que no excluye a los partidos de oposición, pero tampoco se presta a la alternancia. Sin embargo, hay una advertencia. El sistema no llega a constituir partidos opositores satélites que no pueden aspirar a ser alternancia. Hay una posibilidad de alternancia, porque la ANR no llega a tener la plena capacidad de bloquear el ascenso de los partidos de oposición. Esa ha sido la situación desde 1993 hasta ahora.

Las garantías que ofrece el sistema electoral para una alternancia son más auspiciosas que las referencias que hemos hecho al sistema de partidos, pero hay que precisarlo. Toda la parte de organización de las elecciones ofrece oportunidades para que un partido de oposición pueda ganar las elecciones, si se lo propone. Pero, se debe preparar con tiempo y trabajar de manera sistemática. Desde la inscripción de candidaturas y el registro de electores, hasta la supervisión del acto electoral y la difusión de resultados, hay oportunidades para ganar. La “semicompetitividad” tiene más que con la capacidad desproporcionada del partido predominante de usar recursos del Estado, movilizar su gran base de afiliados y su clientela política. Con ellos logra montar un operativo electoral que desde los barridos previos a las elecciones hasta la organización del transporte y el monitoreo de la participación de sus votantes goza de condiciones más favorables para competir. Esta es la parte “amañada” del proceso.

La cuestión para la oposición es que, si bien estas reglas del juego son desfavorables, no son insuperables. Por eso el tema de la planificación y la organización son tan importantes si se busca una alternancia. El problema es que hay un desafío más. Estar conscientes de la situación de semicompetitividad no se resuelve con la organización solamente. Es una condición necesaria, pero no suficiente. Hay que, además, superar el escollo de que la presidencia de la república se decide en una vuelta por mayoría simple. Este hecho plantea la cuestión de la estrategia de articulación política necesaria para obtener una mayoría, concentrando las fuerzas de esa sociedad política opositora, que hoy por hoy, está en su punto más débil.

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