Los jefes de la Policía Federal (PF) y del Fisco brasileño amenazan con un abandono colectivo de sus cargos por la injerencia en la dirección de ambos organismos del presidente de la República, Jair Bolsonaro, según reveló ayer sábado la prensa.
De acuerdo con el diario O Estado de São Paulo, seis subsecretarios del Fisco estudian tomar esa decisión junto con otros altos cargos del ente recaudador y fiscalizador tributario de la mayor economía suramericana.
Los funcionarios, según la información, se encuentran presionados por los poderes Legislativo, Judicial y Ejecutivo, que han anunciado cambios en la estructura y funcionamiento de la Receita Federal (Fisco) al quererla convertir en una autarquía que comprometería su independencia.
La situación se tornó más grave con el supuesto pedido del secretario especial del organismo, Marcos Cintra, al parecer presionado por el Gobierno, para que la Superintendencia de la Policía Federal (PF) cambiase a los jefes policiales en Río de Janeiro, incluidos los de las aduanas de puertos. “Independiente de quién haya hecho o cuál sea el pedido, tentativas como esa, de interferencia política en el órgano, son absolutamente intolerables y típicas de quien no sabe discernir la relevancia de un órgano de Estado como la Receita Federal”, según el Sindicato Nacional de Auditores Fiscales de la Receita Federal.
La agremiación sindical advirtió que la posible destitución de un superintendente por tal razón es algo jamás visto, en referencia a la salida del titular de la PF en Río de Janeiro, y criticó la omisión en el asunto del ministro de Economía, Paulo Guedes.
En ese sentido, el diario Folha de São Paulo señaló que un movimiento similar al del Fisco se teje al interior de la PF, después de Bolsonaro anunciar esta semana el cambio del superintendente de la institución en Río de Janeiro para poner, según sus propias palabras, un hombre de confianza. Al indicar para el cargo en Río de Janeiro a Alexandre Saraiva, jefe de la PF en Manaus, sin consultar a la cúpula de la dirección del organismo, Bolsonaro afirmó a periodistas que era él quien mandaba y no era un presidente pelele, aunque luego trató de amenizar su declaración.
Por otro lado, Bolsonaro, admitió la veracidad de las noticias que circularon sobre los antecedentes judiciales de su suegra y de otros familiares de la primera dama, Michelle Bolsonaro, a quien defendió de los ataques que viene recibiendo al conocerse la información. “Es una ganancia periodística. ¿Quién gana con eso? Para qué menospreciar a mi esposa y decir que ella no tiene legitimidad para hacer el trabajo social que ella hace. Ella está abatida, arrasada, ¿para qué todo eso?”, señaló.