Jair Bolsonaro desembarcó en el aeropuerto de Florianópolis, la capital del estado de Santa Catarina, y después se montó en un helicóptero para inspeccionar desde el aire la región metropolitana de la ciudad, que fue una de las más afectadas por el ciclón.
En el viaje le acompañaron el ministro de Desarrollo Regional, Rogério Marinho, y autoridades locales de Santa Catarina, cuyo gobernador, Carlos Moisés, decretó el estado de “calamidad pública” el pasado jueves tras registrar daños en 152 municipios.
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Moisés no pudo asistir porque se encuentra confinado tras contraer el Covid-19, que en todo el país ha causado 63.174 fallecidos y 1,5 millones de contagios, y sigue propagándose, ahora con especial virulencia en el centro-oeste y el sur del país.
El fuerte temporal, denominado “ciclón bomba” y que también se sintió en una veintena de localidades del vecino estado de Rio Grande do Sul, provocó intensas precipitaciones y vientos superiores a los cien kilómetros por hora.
En Santa Catarina, el temporal obstruyó de forma parcial o total 25 carreteras y provocó daños en la estructura de cerca de 230 escuelas y en al menos 3.200 viviendas, así como en la red eléctrica.
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De acuerdo con la Gobernación de Santa Catarina, 1,5 millones de personas se quedaron sin energía eléctrica en todo el estado.
Entre los días 30 de junio y 1 de julio, el Cuerpo de Bomberos de Santa Catarina recibió casi 5.000 llamadas de alerta y el SAMU otras 1.257.
En el estado de Rio Grande do Sul, fronterizo con Uruguay y Argentina, un millar de personas fueran desalojadas de sus casas por el fenómeno meteorológico, que también se sintió a mil kilómetros de distancia, en el estado de Sao Paulo (sudeste), aunque con menos intensidad.