En la historia reciente de magnicidios fallidos sobresale el atentado contra el presidente de EEUU Ronald Reagan en marzo de 1981. Reagan, que contaba entonces con 70 años y llevaba tan solo 70 días en la Casa Blanca, recibió un disparo de bala en el pecho por la pistola de John Hinckley a la salida de un hotel en Washington. El presidente se recuperó físicamente, pero en aquella acción falleció su jefe de prensa, James Brady.
Aquel mismo año, el papa Juan Pablo II fue herido de bala en la Plaza de San Pedro por los disparos del turco Mehmet Ali Agca. Juan Pablo II se restableció físicamente y Agca fue condenado a cadena perpetua. Con posterioridad, el mismo papa le perdonó y el presidente italiano Carlo Azeglio Ciampi le otorgó el indulto. EFE