La informalidad del sistema de estacionamiento en la capital del país se ve como un problema sin solución. Cada administración municipal que decide implementarlo abre esa suerte de caja de pandora, de donde escapan todos los males, en este caso, de la ciudad de Asunción y del país.
Desde la primera experiencia de estacionamiento tarifado implementado durante la administración del intendente Carlos Filizzola, mucha agua ha pasado bajo ese puente. Si bien antes se cuestionaba que fuera una empresa privada la que quedara a cargo de proveer un “servicio público”, ignorando con este argumento que el servicio de transporte público lo proveen empresas privadas; o que como una consecuencia de las fuertes multas muchos comercios se vieron obligados a trasladarse a otras zonas de la ciudad, y con esto se perjudicaba grandemente al microcentro. Este último argumento en contra del estacionamiento ya no debería ser considerado, pues el microcentro de hecho ya está abandonado. Y en el tiempo que vivimos ya no se puede usar como fundamento el derecho de estacionar frente a la tienda y ahorrarse una caminata, pues hoy en día lo que se ve bien es precisamente poder caminar las ciudades, disfrutarlas, vivirlas.
Lo que dificulta e impide la resolución de los problemas en Asunción y su área metropolitana es su equívoco abordaje. Actualmente preocupa la potencial situación de cobro por el estacionamiento, pero en realidad ese no es el problema de fondo, y tampoco el único. La capital del país tiene problemas en varios frentes y carece de un plan para resolverlos.
No es nuevo hablar del caótico tráfico automotor asunceno, como no es nuevo hablar del pésimo servicio del transporte público, la falta de comodidad de sus unidades en estos días de intenso calor, que cobran por servicio diferencial pero no cumplen con calidad; o las reguladas que vienen implementando desde hace varios meses, lo que se ha convertido en una verdadera tortura para los usuarios. El transporte público, exactamente como hace varias décadas, sigue martirizando a la ciudadanía con los molinetes a pesar de que ya hace tiempo funciona el billetaje electrónico, que les provee la información sobre la cantidad de pasajeros. Lo mismo se puede afirmar respecto a los llamados cuidacoches, verdaderos dueños del espacio público y al mismo tiempo la expresión de un problema social que el Estado paraguayo no ha podido solucionar. Mientras tanto, se han convertido en un obstáculo, pero también para el ciudadano que resulta víctima de su extorsión. El Municipio, mientras tanto, nada hace para poner algo de orden en este desconcierto cotidiano de cuidacoches y automovilistas que estacionan en doble fila, sobre franjas peatonales y frente a rampas para personas con discapacidad.
Asunción necesita un plan, precisa contar con una hoja de ruta. Se debe cobrar por el estacionamiento, pues es inaceptable que vehículos que transportan solo una persona ocupen espacios gratuitamente durante ocho horas o más; no obstante, debe tomarse nota de la actual situación: que carecemos no solo de un sistema de transporte público adecuado a las necesidades de la población sino que además carecemos de un sistema de movilidad. Nuestras ciudades precisan espacios verdes y recreativos para la práctica de ejercicios al aire libre y la práctica de deportes, y al mismo tiempo precisan de un sistema de transporte bien organizado, que contemple el servicio de tranvías, tren de cercanías, transporte fluvial. El estacionamiento tarifado es tan solo una de la múltiples aristas de un problema más complejo que la autoridades parecen no percibir; al final, de lo que se trata es de dar calidad de vida al ciudadano.