18 dic. 2025

Iglesia pide “coherencia entre fe y vida” para sacar a Paraguay de la corrupción

El cura rector de la Catedral Metropolitana de Asunción, Aldo Bernal, pidió vivir con autenticidad la fe cristiana y cuestionó la corrupción, la mentira y la falta de compromiso para hacer el bien.

Homilía. El padre Aldo Bernal recordó ante los fieles que la verdadera fe implica actuar según el proyecto de Dios. Rodrigo Villamayor

“Quien vive en la corrupción de la mentira no es persona de fe”, advirtió ayer el padre Aldo Bernal Chena, cura rector de la Catedral Metropolitana de Asunción, durante la misa central, llamando a los fieles a la coherencia entre la fe y la vida cotidiana.

En su homilía, el sacerdote criticó la corrupción imperante, la mentira y la indiferencia ante el mal, advirtiendo que muchos creyentes se conforman con ser “personas religiosas”, pero no verdaderos hombres y mujeres de fe.

“Una persona que dice amar a Dios, pero vive la corrupción de la mentira, no es persona de fe, sino alguien que tiene solo un cariño hacia lo sobrenatural”, expresó el rector, al exhortar a los fieles a “cristificar” su vida y obrar según la verdad de las enseñanzas de Cristo.

Bernal cuestionó la pasividad de quienes se limitan a evitar el mal, sin comprometerse con el bien.

“Está muy bien no hacer el mal, pero está muy mal no hacer el bien”, advirtió, señalando que la verdadera fe no se mide solo por la creencia o la confianza, sino también por el conocimiento y el amor al proyecto de Dios.

“No basta con creer, con confiar, con conocer los proyectos de Dios. Hemos de asumir ese proyecto para ser personas de fe”, remarcó

El padre Bernal también se refirió al contexto nacional, marcando un paralelo entre los males espirituales y las enfermedades sociales que afectan al Paraguay, en especial la corrupción.

“Si Paraguay empieza a gritar: Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros, saldremos de la mentira a la verdad, de la oscuridad a la luz, de la corrupción a la honestidad”, sostuvo, destacando que la transformación de un país comienza por el cambio de cada corazón.

Además, recordó que la oración, la formación y la acción son pasos esenciales para andar en el camino de la fe: “Quien no ora no va a avanzar. Si después de la oración no quiere formarse, no va a avanzar en su vida con Dios. Y después de la oración y la formación, viene la acción”, enseñó, alentando a los presentes a comprometerse con la construcción de una sociedad más justa y luminosa.

Firmeza moral. Antes de concluir, el sacerdote llamó a dejar atrás las excusas y actuar con firmeza, apelando a la responsabilidad moral de cada persona. “Solo el que está enredado en el maligno tiene excusas. Padre, yo quiero hacer el bien, pero... excusas, excusas, excusas. No podemos seguir poniendo peros para hacer el bien”, advirtió.

Para terminar la prédica, elevó una plegaria por la nación, pidiendo a los fieles orar unos por otros y trabajar juntos por un Paraguay reconciliado con Dios. “Que el Señor tenga misericordia de nosotros y nos ayude, con su gracia, a construir esta patria soñada’’.

‘‘INGRATITUD REVELA OSCURIDAD INTERIOR”

“El malagradecido es aquel que no sabe apreciar ni expresar gratitud por las cosas que otros hacen por él, ya sean pequeñas o grandes”, afirmó monseñor Ricardo Valenzuela, obispo de la Diócesis de Caacupé ayer durante la misa central en la que centró su homilía en la importancia de la gratitud como expresión de fe.

Precisó que quien roba o mata por encargo no puede decir gracias porque tiene oscuridad.

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Prédica. Mons. Valenzuela advierte que la gente está perdiendo la capacidad de agradecer a Dios. GENTILEZA

Inspirado en el pasaje evangélico de los diez leprosos curados por Jesús, monseñor Valenzuela recordó que “solo uno, el samaritano, volvió atrás glorificando a Dios y dando gracias”.

En ese gesto, dijo, se manifiesta la verdadera fe. “En la desgracia, todos se acordaron de Jesús; en la felicidad, solo uno regresó para agradecerle”, expresó, resaltando que “ser agradecido con Dios es una gran virtud, profundamente humana y llena de belleza”.

El obispo lamentó que, al igual que los nueve leprosos, muchas personas olviden a Dios tras recibir favores y bendiciones. “Nos curamos por la gracia de Dios y volvemos a hacer lo mismo de siempre. Y eso le duele al Señor, la ingratitud”, afirmó.

Recordó además las palabras del Libro de los Proverbios: “El que paga mal por un bien recibido, el mal no se apartará de su casa”, advirtiendo que “la ingratitud destruye poco a poco a la persona, su familia y su entorno”.

Mencionó que la falta de gratitud revela el vacío espiritual y moral de las personas. “El que roba, ¿a quién le va a agradecer? El que mata o manda a matar no puede agradecer, porque su conciencia no se lo permite”, sostuvo, agregando que “cuando una persona no agradece, se revela lo que hay dentro de ella: ingratitud, oscuridad y perversión”.

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