29 mar. 2024

Hágase la luz

La ADEC (Asociación de Empresarios Cristianos) apoya desde hace muchos años las iniciativas de transparentar las actividades de todos los sectores. La oscuridad es amiga de las fechorías. Sin embargo, también hace mucho tiempo hemos desarrollado una gran simpatía por el ocultamiento, la mentira y las justificaciones lamentables. El que un yate enorme pueda estar en el río sin que nadie tenga claro de dónde salió, de quién es y si tiene o no las correspondientes autorizaciones es solo una muestra. Las autoridades solo atinaron a dar algunas declaraciones por las indagatorias, cuando debían haber actuado de oficio desde el primer chapoteo.

Son numerosos los bienes de todo tipo que no están con el propietario correcto. Por eso la cuenta de luz tiene un nombre, el impuesto inmobiliario otro y el courier otro, todos con referencia a la misma propiedad. Aún recuerdo la gran cara de extrañeza de una persona a la que había vendido un vehículo en cuotas cuando le solicité que lo pongamos a su nombre, o de quien quiera, dado que ya no era mío. Eso fue hace muchos años y sigue siendo una situación frecuente.

Hemos desarrollado la “bolaterapia” como una suavización de nuestra culpa por las mentiras e hipocresías. Una de ellas es cuando hablamos del salario mínimo. Reiteradamente diferentes autoridades han explicado que su composición ya no es la correcta y mucho menos su realidad, dado que el ciudadano debe costear un montón de servicios que el Estado no provee y pagar por servicios del sector privado de discutible calidad. También sabemos que muchos emprendedores, cuentapropistas, y muchísimos técnicos y profesionales no están alcanzados por el mismo, sino solo llega a una pequeña parte de la población económicamente activa. Sin embargo, todos hablamos como si fuera válido para todos y sabemos desde hace décadas que aumentarlo genera que todos los bienes y servicios imprescindibles también aumenten. Un círculo vicioso que perjudica a los más carenciados.

Justamente la falta de luz, la falta de transparencia, perjudica más a los que menos tienen. Es muy importante recordar a todos los que son parte del Gobierno y a todos los proveedores del sector privado que la Constitución establece muchos derechos y también establece nuestros deberes y, sobre todo, más allá del castigo social, en cualquier momento, un pueblo manso puede demandar lo que le corresponde y aunque creamos poder torcer la ley, la avalancha puede ser incontenible. Las consabidas justificaciones y explicaciones ya no servirán.

Que el Espíritu Santo nos conceda serenidad, sabiduría y coraje para que actuemos en la luz y renunciemos a nuestras tinieblas.

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