08 oct. 2024

Grave crisis de la educación social

Con razón, el artículo 75 de nuestra Constitución Nacional dice que “la educación es responsabilidad de la sociedad”. Y continúa diciendo: “Y en particular, recae en la familia, el Municipio y el Estado”.
La experiencia universal confirma que la mayor fuente de educación social es la vida social de los integrados activamente en la sociedad.

Pero ¿qué pasa cuando la sociedad está en proceso de crisis creciente en todo el mundo? ¿Qué pasa en Paraguay?

No hace falta ser sociólogo para descubrir que la sociedad paraguaya está en acelerado proceso de cambios y deterioro. Ante la invasión imparable de la sociedad virtual, globalmente nuestra sociedad es receptora pasiva, y no se ven señales de que el sistema educativo nacional, instancia responsable de la educación nacional formal y permanente, esté planificando la capacitación de todos los ciudadanos para vivir en la sociedad virtual inminente. Un indicador de esta pasividad es la ausencia de orientación y formación de los niños, adolescentes y jóvenes para el uso de las redes sociales.

Otro gran factor de cambio social profundo y progresivo es el nomadismo moderno internacional con migraciones masivas y desplazamientos frecuentes por exigencias del trabajo que, junto con las tecnologías de la información y la comunicación, generan el pluralismo cultural generalizado.

Desde setiembre del 2015 está en marcha la presión de la Agenda 2030 de la ONU, presuntamente para el desarrollo económico sostenible, subrepticiamente para imponer una humanidad reducida, mediante la expansión de la ideología de género y su genocida promoción del aborto y la eutanasia, la destrucción de la familia, de la identidad sexual y de la naturaleza biológica del varón y de la mujer, manipulando con la seudofilosofía de la posmodernidad, que descarta la razón.

En nuestro país, además tenemos otros factores que agravan la destrucción de la sociedad y de la sociabilidad.

Se consolida el narcotráfico, incluso con representantes en los poderes del Estado y derivadamente la poderosa economía subterránea y, lo peor, la destrucción neurológica y sicológica de jóvenes y niños adictos; además se robustece la violencia criminal y la marginalidad.

Es vox populi que crecen la corrupción, los sobornos y la impunidad en la administración pública y en algunos partidos políticos. Se ha infiltrado en la educación nacional y la salud pública la perversa y genocida ideología de género que manipula y destruye a niños y niñas, adolescentes y jóvenes.

Concomitante con estos factores, sobre todo con la corrupción impune, se ensancha la brecha de la inequidad y crecen el desempleo, la delincuencia y el número de pobres.

Evidentemente nuestra sociedad está en crisis, en estado de descomposición social, político, ético y moral. En estas circunstancias nuestra sociedad no solo no educa socialmente, sino que contamina y corrompe a los niños, adolescentes y jóvenes indefensos porque también la educación formal está contaminada.

Si las madres y los padres honestos y responsables no actualizan la educación familiar y no se organizan para poner en acción su potencial poder social y político, cualquier sociólogo investigador les podrá decir que en el futuro próximo a sus hijos les será muy difícil vivir porque el futuro se está incubando saturado de graves irregularidades y los hijos no están recibiendo la educación social, ética y moral pertinentes.

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