Paraguay fue durante años considerado un espacio liberado para el tránsito de aeronaves del narcotráfico, según declaraciones del general de aire Julio Rubén Fullaondo Céspedes. La falta de radares primarios y de capacidad de coordinación con países vecinos convirtió al país en una ruta atractiva para vuelos ilícitos de pequeño y mediano porte.
El general explicó que las organizaciones criminales emplean aeronaves con capacidad de aterrizar en pistas improvisadas, con carga aproximada de 500 a 600 kilos. “Cualquier camino, ruta o terreno plano puede ser utilizado para aterrizar estas aeronaves”, indicó, lo que dificulta la detección y la intervención inmediata.
Para combatir estas prácticas, Paraguay está invirtiendo en fortalecer sus capacidades aéreas y de radar. Los radares de corto alcance que habían sido adquiridos en 2011 ya fueron reparados y modernizados, y en 2027 se sumará un radar estadounidense de mayor alcance. “Con las herramientas que tenemos ya estamos trabajando en diferentes lugares de nuestro país para combatir esto”, afirmó Fullaondo.
El trabajo es coordinado entre todas las instituciones del Estado, incluyendo la Policía Nacional y la Fiscalía, y se implementa un programa conjunto de acción. La Fuerza Aérea Paraguaya dispone de aeronaves de detección y patrullaje, incluyendo cuatro Super Tucano, seis T-27 Tucano y ocho helicópteros, así como aeronaves de transporte y todo el personal entrenado.
El general detalló que las aeronaves del narcotráfico vuelan a baja altura, con la intención de evadir los radares; aunque estas aeronaves pueden alcanzar hasta 10.000–12.000 pies, su objetivo principal es mantenerse lo más bajo posible para no ser detectadas. Para contrarrestar esto, se colocan radares estratégicos y se realizan patrullajes aéreos permanentes, con información de inteligencia sobre rutas utilizadas por los traficantes.
El protocolo de actuación ante un vuelo ilícito se basa en la Ley de Vigilancia y Protección del Espacio Aéreo que establece que al detectar una aeronave irregular, los aviones interceptores la obligan a aterrizar; si no cumple, se acompaña hasta el aterrizaje, y se activan las instituciones de control del Estado. La cooperación con Brasil, Argentina y Bolivia, mediante intercambio de señales y comunicación directa, refuerza el control regional.
Fullaondo destacó la importancia de la lealtad y el patriotismo del personal de la Fuerza Aérea, que trabaja para combatir los efectos del narcotráfico en la sociedad, responsable en gran parte del consumo de drogas y delitos conexos. Según el general, el esfuerzo conjunto ya comienza a revertir la situación histórica, haciendo que las rutas clandestinas sean más difíciles de utilizar. “Ellos saben que estamos ahí, y esto tendrá un efecto positivo para disminuir estas operaciones”, afirmó, destacando la coordinación aérea, el monitoreo de radares y la cooperación internacional como herramientas clave en esta lucha.
Según informes de la Senad y la UNODC, Paraguay es un corredor clave para el tránsito de cocaína desde Bolivia hacia Brasil y el Atlántico, con un estimado de 18 a 22 toneladas anuales.