“Siempre que nosotros podemos utilizar un sistema de cultivo que cubra el suelo todo el año ya es un sistema sustentable. Si dejamos de sembrar trigo en invierno, ese suelo o se va a quedar en barbecho o se va a sembrar algún otro cultivo de cobertura que no va a producir nada. Creo que la agricultura paraguaya es sustentable, así que ese debate dejémoslo para los políticos”, resaltó.
Kohli, actualmente es director científico del Proyecto Trigo de una asociación público-privada entre el Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (IPTA), la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco) y el Instituto de Biotecnología Agrícola (INBIO), cuyas investigaciones se hacen en campos experimentales del IPTA en Itapúa y Canindeyú, o en campos de agricultores en Caaguazú.
El investigador señala que en el marco de dicho programa actualmente se encuentran trabajando en proyectos principalmente relacionados con la sequía y la resistencia a enfermedades, sobre todo ante los problemas por el cambio climático.
“Estamos preparándonos sobre lo que tenemos que hacer en ese sentido”, sostiene el científico, al tiempo de recordar que el año pasado el cultivo sufrió una pérdida de entre el 30% y 40%, a causa de la brusone o Pyricularia, uno de los males del trigo más temidos e intratables de las últimas décadas.
“Estamos tratando de crear nuevas variedades que sean resistentes a esa enfermedad. Las que vamos a liberar de aquí en adelante van a tener resistencia principalmente a la Pyricularia”, apunta.
Durante toda su estadía en Paraguay, que se resume en más de 30 años, Kohli trabajó en el desarrollo de más de 20 variedades de trigo, las cuales se caracterizan por ser de ciclo corto, alto rendimiento, resistentes a enfermedades y de alta calidad industrial.
Las innovaciones genéticas de los cultivos y la tecnología aplicada en los últimos años, además de impulsar capacitaciones de técnicos y agricultores, permitieron que el país pasara de ser importador de trigo a un país exportador, pese a su condición de ser subtropical y cultivar el producto en regiones afectadas por altas temperaturas y sequías.
Revolución. Kohli destaca que en el 2003 Paraguay tenía una producción del cereal de alrededor de 230.000 a 240.000 toneladas y se importaba alrededor de 300.000 a 350.000 toneladas. En la actualidad la producción ronda las 1.000.000 a 1.200.000 toneladas, siempre que no haya problemas con la helada o problemas con enfermedades, etc, además de que ya no se compra desde el exterior.
“Paraguay llegó a ser autosuficiente por primera vez en 1986 y en 1989 pudo exportar una pequeña cantidad, como 40.000 o 50.000 toneladas. Desde el inicio del programa actual en 2003, la producción ha aumentado casi 4 veces y entre el 95% y 98% de la exportación del trigo va a Brasil. La experiencia de ellos es muy buena porque Brasil exige una cierta calidad. La demanda actual sigue bastante estable, entre 600.000 y 650.000 toneladas que se cubre ampliamente”, asevera.
El experto también realiza una comparación con respecto a las características del trigo de Argentina y asevera que el cereal local tiene en promedio 2% más de proteína que el trigo argentino.
“Así que el trigo paraguayo es de excelente calidad. No tiene tanto rendimiento acá por el calor como en Argentina, pero es un trigo de alta calidad”, asevera.
Resalta a su vez, que el ciclo del trigo en Paraguay es de 115 a 130 días máximo, mientras que en Argentina llega a 140 a 150 días. Paraguay trata de hacer que su trigo sea bastante tolerante a condiciones de altas temperaturas, lo que Argentina no necesita.
“Tenemos muy buen nivel de resistencia, lo que representa que el agricultor no va a tener que hacer 3, 4, 5 aplicaciones para controlar las enfermedades, sino que la resistencia genética le ayuda al productor a sobrevivir con una o dos aplicaciones y mantener la calidad. El trigo paraguayo es de buen potencial de rendimiento”, añade.
Según cuenta el científico, realizó estudios de doctorado sobre la genética del trigo en India, por lo que el cereal, además de ser su profesión, también es su “pasión”. En 1978 trabajaba en el Cimmyt, una organización internacional dedicada a la investigación de trigo y maíz, con sede en México y oficinas en el Cono Sur y otras partes del mundo, atendiendo desde Santiago de Chile, mientras que en 1986 se trasladó a Asunción, hasta 1993. Posteriormente, pasó a residir temporalmente en Uruguay hasta el 2005, periodo en el cual se jubiló y pasó a trabajar en México. Fue contactado por representantes paraguayos de Capeco, accediendo a la residencia paraguaya en el 2009. El consultor internacional de Capeco, en el 2023 recibió la Orden Nacional del Mérito, en grado de Comendador, la distinción civil y militar más alta otorgada a las personas que contribuyen de manera extraordinaria al país. Recibió varios premios y reconocimientos, entre los cuales están el Premio al Servicio Internacional en Agronomía en los EEUU, varios Premios Nacionales de Ciencias en Paraguay, Doctor Honoris Causa de la Universidad San Carlos y la mención de honor a la Investigación Agrícola.
Las proyecciones climáticas para el futuro y sus potenciales efectos es el principal desafío de la agricultura principalmente en Paraguay. Al respecto, Mohan Kohli reitera la importancia de seguir la implementación de los avances tecnológicos. “La filosofía es que en Paraguay no podemos estar produciendo sin aplicación de la tecnología, porque tiene un ambiente muy marginal para la producción de trigo, así que la tecnificación tiene que ser excelente”, refiere, al tiempo de señalar que se necesita un costo eficiente. “No gastar tanto en insumos, sino que lograr mayor rendimiento de cada insumo, no es que no hay que hacer fertilización, pero cada kilo de fertilizante que se utilice tiene que dar más kilos de grano y cada vez que se introduzca resistencia en la planta se tendrá que usar menos fungicida, así el costo se abarata”, sugiere, afirmando que en el futuro el trigo puede llegar a tener mayor valor.