–¿Cómo está, pa’i?
–¿Cómo estoy? Hasta ahora me he librado del virus, pero cuando voy a cumplir 92 años el cuerpo ha sentido el peso de los años, tal vez como un síntoma de la pandemia, y he estado tres meses muy mal. Ahora me estoy reponiendo.
–¿Qué piensa de la corrupción, cómo la combatimos, y más en plena pandemia (casos Dinac y Petropar)?
–Pienso que es una vergüenza que en este daño general haya quien aproveche para robar, dado el nivel de nuestra clase política, salvo excepciones, era de esperar que esto ocurriera.
–¿Nos puede hablar del presidente Mario Abdo?, ¿cómo evalúa lo que está haciendo este mandatario?
–Es difícil ser presidente ahora y este cargo parece que le supera. Los políticos corruptos que le rodean todavía hacen más difícil su situación.
–¿El Gobierno está atendiendo a los más necesitados?
–El Gobierno hace lo que sabe y puede, y dado el bajo nivel profesional y ético de los políticos que tenemos, este saber y poder es muy bajo, y los necesitados (quienes se encuentran en los bañados por ejemplo) están abandonados. Se añade a esto la corrupción que sigue.
–¿Cómo volvemos a creer en los políticos, porque la política es en esencia un servicio?, ¿los políticos han olvidado esto?
–Para creer en el tipo de políticos que tenemos hay que borrarlos a casi todos primero, y llenar este vacío con una clase política nueva, pero esto no lo van a permitir ni los politiqueros ni los dueños del Paraguay, que son los que los usan. Tal vez sea este el problema mayor que tenemos.
–¿Cree que mejorará la situación con esta clase política?
–La insistencia sobre este tema de los políticos me convence todavía más en su primacía como problema, y no podemos dejarlo sin resolver, pero aquí no valen consejos. Habría que convocar al Paraguay entero para acertar. ¿Y quién tiene esta capacidad de convocatoria?
–¿Qué piensa de las imputaciones a quienes se manifiestan contra la corrupción?
–Que todavía somos débiles, que no nos organizamos, que algunos todavía tienen miedo de intervenir. Felicito a los que en medio de la pandemia son capaces de denunciar esta corrupción.
–¿Por qué pide la renuncia de la fiscala general Sandra Quiñónez?, ¿qué piensa de ella?
–El Ministerio Público debe estar al servicio de la ciudadanía, pero con Sandra Quiñónez está al servicio de los políticos, ¡y de qué políticos!
–¿Qué opina de la Justicia en nuestro país?
–Que es lenta y que con la corrupción que existe se vende al mejor postor político y sobre todo económico. Lo que he dicho sobre los políticos repito sobre la Justicia.
–¿Qué nos puede decir de la gestión en salud, en especial en esta pandemia?
–El nivel de nuestra salud pública es muy bajo en el Paraguay. Ahora, con muchas dificultades se están atendiendo los casos de coronavirus y se abandonan las enfermedades que más muertes siguen produciendo: afecciones del pulmón, tumores y problemas cardiovasculares. Se intenta privatizar la salud con el nombre de una salud universal, que será una salud no pública y ya pagada con los impuestos, sino privada, y esto excede a la gran población pobre del Paraguay.
–¿Algún mensaje para la ciudadanía?
–Que el coronavirus tiene que marcar un antes y un después en el Paraguay. Tenemos que abrir los ojos y mejorar nuestra relación con la madre naturaleza y entre los miembros de la sociedad, y esto hay que prepararlo. Es una verdadera revolución, y las revoluciones no se hacen, se organizan. Vivimos tiempos de muchas esperanzas y ¡venceremos, no lo duden!
Perfil
En el libro Pa’i Oliva: Testimonio paraguayo, Raquel Rojas nos recuerda que el padre jesuita Francisco de Paula Oliva nació en Sevilla, España, en 1928, Se graduó en Estudios Humanísticos y se licenció en Filosofía y Teología. Llegó a tierra guaraní en 1964. Fue expulsado del Paraguay en 1969 por el dictador Alfredo Stroessner, pero pudo volver a su patria adoptiva en 1996 para continuar con sus tareas sociales.
El coronavirus tiene que marcar un antes y un después. Tenemos que abrir los ojos y mejorar nuestra relación con la madre naturaleza.
Es una vergüenza que en este daño general haya quien aproveche para robar (...), salvo excepciones, era de esperar que esto ocurriera.