La otra pandemia, la que obliga también a estar encerrados y en alerta, los motoasaltantes, transforma a la llamada República de Luque en la “república de los motochorros”.
La ordenanza que exige desde el año 2012 la impresión del número de chapa en el casco es letra muerta. Los encargados de las instituciones que deben hacer cumplir con fuerza la normativa tienen los ojos, oídos y bocas cerrados ante el sufrimiento de familias que por una acción de los asaltantes cambiaron su vida.
Los entrevistados en esta nota coinciden en algo: el temor a dar a conocer sus nombres por represalias de los motoasaltantes o asaltantes comunes que, para los vecinos, en su mayoría viven en los asentamientos enquistados en casi todos los barrios de Luque, del Departamento Central. En resguardo a todos ellos omitimos sus nombres.
Una pareja del barrio Molino cuenta cómo, en reiteradas ocasiones, un mismo motoasaltante ingresó a su vivienda a robar.
“Si hablamos de inseguridad, en nuestro barrio vivimos con mucho miedo”, dice al empezar la dueña de casa. Ella manifiesta que tienen completamente identificado al sospechoso.
Se trata de Ireneo Gutiérrez Ortega, quien cuenta con prohibición de salir del país por estafa y robo agravado, por orden emanada en el 2010.
“Este tipo ya entró en todas las casas”, manifiesta la vecina y recuerda que para ingresar la primera vez a su domicilio, lo hizo desde una casa abandonada al lado, y se llevó una escalera mecánica.
Aunque ampliaron la seguridad, el asaltante insistió. “La siguiente vez entró por sobre el portón del garaje, porque atrás ya pusimos cuchillas a la muralla”, detalla.
En esa ocasión, subió la reja para ingresar, pero esta vez ya contaban con una perrita que logró ahuyentar al ladrón.
“El 13 de agosto ya fueron dos, llegaron en una motocicleta, se quedaron a mirar y a esperar pegados a la muralla. Mi marido se fijó en las cámaras, salió y disparó al aire, se fueron corriendo y desde esa vez ya no vienen”, cuenta con cierto alivio la mujer.
También citó a la Policía que sugirió, cuando intervino, en guaraní: “Péapengo pejagarra va’erã peinupã porã chupe, pejukalénto, porque ore rogueraha ha Fiscalía opoi jey chugui. Ore ndaikatúi rojapo mba’éve” (lo tienen que agarrar, garrotearlo hasta dejarlo medio muerto, porque nosotros lo llevamos y la Fiscalía lo suelta de vuelta).
El dueño de una despensa de la zona de Loma Merlo manifestó que viven con el temor de ser visitados por motoasaltantes. “Esta situación nos lleva a ampliar nuestra seguridad, estamos encerrados con rejas, candados y cámaras, así atendemos a la gente, y si me viene uno de ellos, tengo un 9 mm que él nomás va a perder si uso, yo no”, afirmó el poblador.
El rugir del motor de un biciclo acercándose en plena oscuridad cerca del amanecer o de noche es inquietante hasta que se aleja, confesó una pobladora del Segundo Barrio luqueño. “Tengo la suerte de no haber sido asaltada. Cuando mi hija sale temprano de casa para trabajar yo la acompaño hasta la ruta, porque los motoasaltantes recorren mucho por acá”, señaló.
“Parece que estudian a sus víctimas, además esa esquina de Paso Bogarín casi Rosario es muy obscura, falta iluminación y la gente de ANDE no hace caso. A una señora le robaron una madrugada cuando estaba con su hijo camino al hospital, uno le esperaba en la esquina y otro le seguía”, relató la mujer.
También manifestó que falta mayor presencia de patrulleras, linces casi no aparecen, y que antes recorrían más.
Combate. La ciudad de Luque cuenta con una población de 263.604 habitantes, según censo del 2016.
Una estadística de casos de asaltos realizados por motoasaltantes fue extraída de un recorrido y consultas telefónicas a cada dependencia policial de la ciudad.
La misma arroja la escalofriante cifra cercana a las quinientas denuncias desde enero hasta agosto, robos y asaltos que en su gran mayoría no fueron esclarecidos.
Para combatir la delincuencia en esta ciudad, la Policía Nacional cuenta con seis comisarías y dos subcomisarías distribuidas en toda su extensión. Posee una fuerza operativa de cerca de 20 patrulleras y 15 motocicletas, contando las que en el taller se encuentran a principios del mes de setiembre. Además cuenta con la presencia de agentes del Grupo Lince, que en ciertas zonas hacen sus recorridos, según la necesidad de cada comisaría.
Voz oficial. El jefe de Prevención de Central, comisario Cristóbal García, manifestó que, desde la captura del presunto líder, “poco o nada está con el tema de motoasaltantes, terminaron en un 90 por ciento los casos”, refirió sobre la situación en Luque.
El hombre de quien hace mención el jefe policial es César Agustín Alcaraz Villasboa (18), quien fue detenido el 8 de julio pasado en la Villa 1, de la compañía Valle Pucú, Areguá. Otros dos integrantes de la banda siguen prófugos.