El abogado y ex senador por el Partido Encuentro Nacional en el período 2003-2008, Emilio Camacho, opina que con el fallecimiento el domingo de Guillermo Caballero Vargas, fundador de esta agrupación política, “se cierra un capítulo luminoso de la lucha por la democracia en Paraguay”.
El sepelio del empresario, ex candidato a la presidencia de la República en 1993 y presidente de Manufactura de Pilar SA, se cumplió en la mañana de hoy martes en el cementerio Parque Serenidad, ubicado en Villa Elisa.
Para Camacho, con Caballero Vargas (81) se va una parte importante de la lucha por la democracia en Paraguay. “Descendiente de Bernardino Caballero, fundador del Partido Colorado; de Marcos Caballero, del Partido Liberal. Una estirpe comprometida con la democracia”, cuenta.
Valora que fue un empresario y un político honesto. “No robó”, subraya. Enfrentó la adversidad de frente, “como siempre supo hacerlo él”.
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Su padre, Carlos Caballero Gatti, fue presidente del Partido Febrerista y candidato presidencial por esta nucleación política en los años 60.
Vivió el exilio, que compartió con su padre en Montevideo, Uruguay, donde estudió unos años la carrera de Derecho en la Universidad de la República.
Lo recuerda como un hombre de una “enorme erudición”, que manejaba perfectamente el guaraní, igual o mejor que el castellano.
Era una persona accesible, sensible a los compañeros. “Tenía tiempo para todo, para acercar la voz solidaria, el apoyo, la presencia”.
En el ámbito político, a comienzos del proceso de consolidación democrática del país, en los 90, supo liderar un proyecto de cambio profundo en Paraguay, “que lastimosamente quedó trunco”, destaca con relación a su candidatura a la presidencia en las elecciones generales de 1993, en la que obtuvo el 23% de los votos.
Había quedado en tercer lugar detrás de Domingo Laíno, por el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), y el electo presidente Juan Carlos Wasmosy, por la Asociación Nacional Republicana (ANR).
Aquel proyecto de cambio liderado por Guillermo Caballero Vargas “quedó trunco”. El empresario “fue derrotado, pero queda un legado enorme de justicia, libertad y equidad social”, refiere Camacho, para quien el fundador del PEN fue además un hombre que triunfó en el mundo empresarial.