Una botella llena con lo que sea no podrá echarlo fuera hasta que no se le quite el tapón.
Aplicando esta imagen a la política. Digamos que junto a congresistas formidables, en el Congreso de la Nación, como en una botella encerrados, existe un número de senadores y diputados corruptos que no nos representan porque han cometido una serie de hechos contra los bienes de la Nación que les hace merecedores de una acción punitiva.
Este hecho, o en la metáfora de la botella, no es este un líquido agradable para beber, y sí para derramarlo y que desaparezca.
Sin embargo, esto antes no lo podíamos hacer. Un tapón lo impedía.
Como senador o diputado cada corrupto goza también de unos fueros que impiden que sea expulsado si no está de acuerdo con él una cantidad de votos de sus compañeros.
Y el tapón simbólico que impedía todo esto era el famoso dicho de que “Es un chancho, pero es un chancho de nuestro corral”. Unos a otros se apoyaban y nunca era posible encontrar el número necesario para desaforarlo.
Pero ahora este tapón ha saltado y ha sido por la presión en el caso del diputado Ibáñez, que curiosamente no era el peor de todos.
Por vez primera uno de los congresistas por la presión se va. Y si se ha ido uno hay una lista de otros a los que les puede ocurrir lo mismo.
En el fondo de todo esto está la agravación por el fraude del grado de conciencia despierta de la ciudadanía.
He escrito todo esto con pena. Diputados y senadores dignos son muy necesarios en una República que es representativa de acuerdo a nuestra Constitución. Así los necesitamos. Y así esperamos que pronto sean todos para bien del Paraguay. (P. Oliva)