Existe en todas las clases sociales, pero abunda sobre todo entre el campesinado y los empobrecidos de las ciudades. Abandonados en educación, sanidad y trabajo, tienen un “algo” perteneciente al ser paraguayo, que otros han ido perdiendo o se lo han arrebatado.
En la actualidad, ¿qué siente y quiere este Paraguay profundo?
En general podemos decir que, en la situación actual, no se halla bien.
Del 2008 al 2012 sintió que se les reconocía su dignidad de personas. Luego, esto desapareció. Ahora, sus palabras son duras: “Actualmente nos sentimos como basura”.
No se reconoce lo bueno que somos, que tenemos y hacemos. Más bien nos imponen todo lo que quieren. “Nos tienen a los carenciados con la cabeza agachada” (palabras textuales).
Este Paraguay profundo, como el resto, está amenazado e intentan someterlo a fuerzas que le hacen daño. Por un lado, la politiquería con sus valores engañosos, sus promesas incumplidas y su compra de conciencia que , aprovechándose de la pobreza reinante, lo prostituye a su antojo.
Por otro, el consumismo con todos los atractivos de un sistema hecho para distraer y hacerle perder sus valores.
El Paraguay profundo está en crisis. Y todo el ideal de “el buen vivir” heredado de sus ancestros está amenazado. “Se instaló la incertidumbre entre nosotros”. Crisis que toca lo social, lo económico, lo político y aún lo religioso.
Decíamos que el Paraguay es la reserva en valores de nuestro pueblo, pero hemos de dedicar mucho de nuestro interés en defenderlo y en ayudarle a crecer.
Francisco nos dijo: “Para buscar efectivamente su bien, lo primero es tener una verdadera preocupación por sus personas y valorarlos en su bondad propia”.