20 sept. 2024

“El Paraguay debe modernizar su sistema de partidos políticos”

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Daniel Zovatto se encuentra hace unos días en Paraguay y hoy estará siguiendo el desarrollo de las elecciones generales.

El doctor Daniel Zovatto acompaña los procesos electorales en el Paraguay desde 1989. “Vine aquí inmediatamente después del golpe de Estado de 1989 a ayudar a la primera Junta Electoral Central. Estaba presidida por Expedito Rojas”, dice con muy buena memoria. Considera que los 34 años de una mirada internacional de cómo fue evolucionando el aspecto electoral y la democracia lo coloca en posición de afirmar que “ha habido un avance muy importante en ambos planos”, aunque reconoce que persisten déficits y desafíos. Entre ellos, la necesidad de trabajar la cultura política, mejorar la calidad de los partidos políticos mediante la democratización interna para que dejen de tener dueños, y fortalecer la independencia de la Justicia. Zovatto acompaña hoy las elecciones generales, como lo hizo en las anteriores siete desde 1989. Coincide con la expectativa regional que se cierne sobre la jornada comicial de hoy en el sentido de si el resultado del sufragio decantará por el continuismo o la alternancia.

–Desde su mirada internacional, ¿qué elementos particulares halla en el proceso electoral que confluye en las elecciones generales de este domingo?

–Estas elecciones de Paraguay se inscriben dentro del superciclo electoral que está viviendo América Latina y que arrancó en 2021 y va a durar hasta el 2024. Seguirá en junio, con Guatemala, luego Argentina, en octubre. Así que hay mucha expectativa y muchas miradas puestas.

Paraguay tiene una particularidad en América del Sur y es que junto con Venezuela son los únicos países que no tienen segunda vuelta; por lo tanto, ahí hay una consideración muy importante desde el punto de vista electoral. Al igual que no hay ningún otro partido en la región que haya estado tanto tiempo en el poder como el Partido Colorado, desde el 47, y luego 35 años de dictadura con Stroessner. De 7 elecciones desde 1989, 6 fueron ganadas por el mismo partido, y esta es una característica exclusiva de Paraguay. Algunos lo comparan con el PRI, de México, pero este partido ya ha tenido varias alternancias.

Estos son aspectos que deben incorporarse al análisis.

En cuanto a las particularidades para estas elecciones, no recuerdo en ningún otro proceso electoral que desde los Estados Unidos se haya identificado a una persona, que es presidente de un partido y a su vez es ex presidente, bajo la categoría de ser significativamente corrupto, junto con otras figuras importantes.

Esa presencia e indicación muy expresa de los Estados Unidos en una campaña electoral es claramente otra de las características muy específicas.

También el tema Taiwán versus China, que es un debate muy importante instalado hoy en América Latina. Honduras y Nicaragua dejaron a Taiwán y se pasaron a China. Quedan solamente dos países en América Latina como aliados de Taiwán: Guatemala en Centroamérica y Paraguay en Sudamérica. Independientemente de quien gane en estas elecciones, este es un debate que tendrá mucha vigencia.

–¿Qué otras características resaltantes ha observado de la campaña electoral que confluye en la jornada comicial de hoy?

–La irrupción de un tercer candidato que fue creciendo en las encuestas. En muchos países de América Latina han surgido terceros candidatos y en la gran mayoría estos no han logrado posicionarse porque la polarización es lo que predomina y se comen a estos.

Vamos a ver qué dicen los resultados hoy respecto al tercer candidato. Es decir, si tiene la fuerza suficiente como disputar la presidencia o si solo ha generado una redistribución de votos, robándoles a los otros dos. Lo que habrá que ver es a quién perjudica y a quién beneficia, y si eventualmente genera un interés en gente que no iba a participar, pero lo hace porque ha encontrado un candidato disruptivo.

Otro punto resaltante es el uso de las redes sociales y de las campañas de desinformación, noticias falsas, etc., que en la etapa final de la campaña enrarece, crispa el ambiente político con rumores, y es muy difícil controlarlo, porque hay que ser cuidadoso de no quebrantar la libertad de expresión.

Esto demanda de los organismos electorales hacer un buen monitoreo y enfrentar rápidamente estas noticias falsas.

Lo hemos visto recientemente en el Brasil, donde la Justicia Electoral realizó una ofensiva muy importante para combatir la desinformación y noticias falsas. Esta es otra de las prioridades, porque es un tema que llegó para quedarse. El organismo electoral tiene que tener una unidad, una división destinadas exclusivamente a identificar y combatir las noticias falsas. Y hacer un gran esfuerzo para fortalecer la cultura cívica, la cultura democrática. Los organismos electorales tienen que hacer en ese aspecto mucha educación cívica-ciudadana. De lo contrario, el abstencionismo siempre va a ser preocupante.

Hacer programas de formación cívica, de educación no formal, pero también articularse con el sistema educativo para ir fortaleciendo los valores de cultura democrática.

Agregaría el descrédito en que han caído las encuestas electorales, que plantea la necesidad de que el organismo electoral establezca un protocolo para la realización de estas encuestas.

–¿Pueden tener algún peso las sanciones de Estados Unidos a Horacio Cartes, presidente del partido que postula a Santiago Peña a la presidencia?

–No lo sé. En algunos casos hemos visto que la presencia de EEUU en un proceso electoral en América Latina, criticando a un sector, ha tenido sus efectos. En otros casos, por ejemplo, Honduras, en la segunda presidencia del ex mandatario Hernández, que inmediatamente después de haber perdido fue llevado extraditado, pero fue por narcotráfico. Es otra dimensión.

En el caso del MAS en Bolivia, donde en algunos momentos EEUU criticó, en lugar de perjudicar termina ayudando porque da argumentos para decir: miren injerencias de EEUU en nuestros asuntos internos. Y esto genera una sensibilidad nacional.

Yo creo que esto no es lo que se ha producido de momento acá. Pero habrá que ver cuál es el impacto. Pero no tengo elementos de juicio para decir si va a ayudar o perjudicar al Partido Colorado.

–¿Qué incidencia puede tener en el sentido del voto el formar parte de una sociedad donde el clientelismo político está institucionalizado y además se registran altos niveles de corrupción?

–Hay que tomar en cuenta cómo se evalúa a la democracia paraguaya. Hay básicamente tres instrumentos principales. Uno es el de la Unidad de Inteligencia de The Economist, que evalúa la calidad de la democracia en más de 160 países y que con relación a Paraguay, lo considera un régimen híbrido. O sea ya no es una democracia, tampoco un régimen autoritario. Es una situación intermedia. En la misma categoría están Guatemala, El Salvador, Honduras, México, Ecuador y Bolivia.

La calidad de su democracia ha sufrido un deterioro, que mantienen ciertos elementos de la democracia, pero no son una democracia plena, tampoco un régimen autoritario.

Es como el purgatorio, si lo quieres graficar: no estás en el cielo, tampoco estás en el infierno.

El otro instrumento importante es V.Dem (Varieties Democracy), de la Universidad de Gotemburgo (Suecia). En este se considera al Paraguay como democracia electoral, pero no como democracia liberal, con plena división de poderes, estado de derecho, etc.

Freedom House, que mide los temas de derechos políticos y de libertades, en el 2022 considera a Paraguay como un país parcialmente libre. IDEA Internacional, como una democracia de desempeño medio, pero con rasgos preocupantes que pueden llevarla a una democracia de bajo perfil.

Entonces, si tomas estos 4 instrumentos de medición notas que, más allá de los avances que ha hecho, colocan muchos temas que analizar y explicar el comportamiento ciudadano a la hora de votar.

El otro aspecto tiene que ver con la corrupción. Ahí sí, Paraguay está en serio problema. En el índice de corrupción 2022 de Transparencia Internacional Paraguay tiene una calificación de 28 puntos sobre 100. Cuando la media latinoamericana es de 43. Mientras más alto es tu puntaje, menos corrupto eres. Está en el puesto 137 de los 180 países analizados en el mundo. Esta es una situación de mucha preocupación al igual que la inseguridad ciudadana, donde Paraguay se evalúa como un país con déficit.

–¿Cree que estos indicadores explicarían ciertos comportamientos del electorado paraguayo como el voto cautivo o la desconfianza hacia el cambio?

–Si tienes solo un 15% que está satisfecho con la democracia, todos estos elementos que significan vivir en una sociedad donde sientes que no tienes muchas oportunidades y la provisión de bienes públicos como una educación y salud de buena calidad, llevan a que la ciudadanía diga: me interesa y voy a votar y con mi voto quiero cambiar la situación, o lo que está pasando para que un 40%, teniendo esa posibilidad de usar el voto como instrumento de cambio, esté tan decepcionado y desencantado que dice, no creo en nada. Me hacen promesas que después no van a cumplir.

Un sector muy importante no se ve interpelado a votar. Esto tiene que ver con los análisis del Barómetro de las Américas, referidos específicamente a temas de integridad electoral y que muestran que un 28% de la población responde “Nunca”, cuando se le pregunta sobre la confianza en que los votos se cuentan bien. Mientras que 47% a veces, y 25%, siempre. Hay todavía un elemento de desconfianza. O que dos tercios de los paraguayos creen que los ricos siempre compran las elecciones y que los políticos pueden averiguar cómo votaron las personas.

–¿Esto puede condicionar a la hora de votar?

–Absolutamente. ¿Qué estamos viendo y qué está en juego en estas elecciones? Del 2019 al 2022 hubo 15 elecciones presidenciales en América Latina. De ellas, en 14 perdió el partido que estaba en el gobierno. Desde la mirada regional, la pregunta es: ¿Qué pasará en Paraguay en estas elecciones?

¿Confirmará la tendencia del voto castigo a los oficialismos o sigue siendo la excepcionalidad, la isla rodeada de tierra?

Concretamente, si aquí va a haber continuidad o alternancia. La tendencia regional es hacia la alternancia y por el voto castigo hacia los oficialismos, sean de derecha o de izquierda. Veremos qué mensaje sale de Paraguay en una Sudamérica que ha sufrido una profunda reconfiguración política.

–¿Cómo puede mejorarse la calidad de la representación en nuestros países y quiénes tienen la responsabilidad de trabajar en este aspecto?

–Uno de los desafíos en este sentido es cómo Paraguay avanza en su proceso de modernización y de democratización e institucionalización de su sistema de partidos políticos.

La calidad de representación, la crisis de representación, y la demanda ciudadana de que lo representen mejor, que cumplan con sus promesas que den resultados, va asociada a la calidad de las instituciones políticas. Y como vemos a la luz de los resultados, los partidos, el Congreso, el Poder judicial, el órgano electoral son todas instituciones que tienen un déficit de confianza ciudadana muy importante.

Para profundizar el proceso de consolidación democrática, tiene que avanzar en un proceso de modernización de sus partidos políticos, que deben mejorar los mecanismos de democracia interna y transparencia. Que incorporen de manera mucho más amplia y sostenida la presencia y participación de las mujeres. Que haya paridad de género no solo en la directiva de los partidos políticos, sino también en la representación en el Congreso. Y además, ir abriendo espacios a los jóvenes y a las minorías.

No se logra mejorar la calidad de los partidos políticos si no se le da mayor democracia interna, no se les ayuda a oxigenar, a capacitar a sus cuadros, a aumentar la presencia de las mujeres y los jóvenes y si no se transparentan los mecanismos de financiamiento para que los partidos no tengan un dueño

–¿Y la modernización del Estado?

–Bueno, la modernización de los partidos políticos tiene que venir acompañado de una modernización del Estado, porque no va a haber buena calidad de políticas si no hay un buen Estado. El déficit que hoy afecta a Paraguay en materia de políticas públicas es importante. Hablamos de calidad de educación, salud, las pensiones.

Estos elementos no se pueden seguir trabajando en clave clientelar con altos niveles de corrupción. A un partido político puede darle resultados hacer una política clientelar, porque de una manera u otra tiene atrapado a un sector que le termina votando. Pero por ese camino no se va a ir mejorando la calidad de la democracia, de la cultura política, de la representación.

Si Paraguay desea ir profundizando la calidad de su democracia, con una ciudadanía más empoderada, más comprometida, que crea en el valor de su voto, y que con su voto puede cambiar la realidad, tiene varios desafíos que atender en estos aspectos.

–¿Y la corrupción?

–El tema de la corrupción es central. No es exclusivo de Paraguay, pero los indicadores de percepción de corrupción colocan a Paraguay en el sótano prácticamente. Y eso sí es un elemento fundamental, porque en el sistema político y en la democracia deslegitima las instituciones, genera un gran nivel de desencanto, de enojo ciudadano, de apatía y sobre todo en la juventud. Ahí hay que poner también una gran prioridad.

Uno de los temas fundamentales ahí pasa por fortalecer la independencia del papel de la Justicia, que es otra de las asignaturas pendientes. El gran tema no es tanto la corrupción, sino el de la impunidad frente a esta. Y terminar con esta pasa por fortalecer al Poder Judicial. Ese es otro elemento que les pega muy duro a los jóvenes.

–En 34 años de construcción democrática, el Paraguay ha ido diseñando muy lentamente un sistema electoral más transparente y confiable ¿Qué destacaría como positivo de lo que hasta ahora ha logrado y qué cree que aún debe trabajarse para potenciar la democracia?

–Fui testigo de lo que era el órgano electoral de 1989. Estaba en una casa muy pequeña, frente a las oficinas del Partido Febrerista, todo muy elemental. Sin un equipo técnico.

Entonces, cuando uno ve el proceso de desarrollo y construcción de la institución electoral, los avances en estos 34 años han sido muy significativos. Cuando se cambió de la Junta Electoral al Tribunal Superior de Justicia Electoral, no solamente hubo un cambio del nombre. Pero además, elección tras elección se fue construyendo un equipo técnico y que cada vez fuera mejorándose más la calidad de esas elecciones. Así que desde ese punto de vista del desarrollo institucional, de construcción de institucionalidad electoral, de integración de un equipo electoral cada vez más capacitado y con mejor calidad para llevar a cabo las elecciones, creo que es importante destacar.

También se han hecho esfuerzos para lograr mayor paridad y equidad de género. Si bien los resultados desde el punto de vista político-electoral no son los deseables, y me temo, espero equivocarme, de que en los resultados de estas elecciones, quizás en lugar de haber un avance en mayor presencia de mujeres, vamos a ver un retroceso.

Pero para mí la gran asignatura pendiente sigue siendo el tema del financiamiento político.

–¿A pesar de que se aprobó una ley al respecto?

–A pesar de que hay una ley, que es un buen paso, y condición necesaria, pero no suficiente. Se trata de generar condiciones de mayor equidad en la competencia electoral, tener un buen balance entre financiamiento público y privado. Lograr que el financiamiento privado sea realmente transparente y haya buena rendición de cuenta. Evitar que ingrese a la política financiamiento no solo ilegal, sino de sectores muy peligrosos como el crimen organizado, el narcotráfico.

Que todos estos elementos siguen siendo una de las asignaturas pendientes más importantes y al que hay que seguir poniéndole mayor prioridad. Pero también hay otro tema:

–¿Cuál?

–Por ejemplo, situaciones en materia de participación electoral. Hay un promedio en número redondo de 60%. La participación promedio de las últimas elecciones. En el 89, 52%; en el 93, 66%, en el 98, 80% (que es inédito), en el 2003, 64%, en el 2008, 65%, en el 2013, 68% y en el 2018, 60%. Promedio, 65%. Si sacamos el 80%, básicamente estás en torno al 60-62%. Hay un 40% que está diciendo: “no gracias, no me interesa”.

–¿Cuál es el promedio aceptable en América Latina en cuanto a elecciones presidenciales?

–El promedio es 68 a 70%. Lo ideal es subir, porque claramente en un nivel más alto de participación electoral, hay un mayor nivel de compromiso de la ciudadanía. Así que, cómo aumentar la participación electoral es un desafío importante.

entrevista a daniel zovatto, Director Regional para América Latina y el Caribe

Otro punto resaltante a tener en cuenta es el uso de las redes sociales y de las campañas de desinformación, noticias falsas, etc.

(Paraguay) ya no es una democracia, tampoco un régimen autoritario. Es una situación intermedia. En la misma categoría están Guatemala, El Salvador, Honduras, México, Ecuador y Bolivia.

Del 2019 al 2022 hubo 15 elecciones presidenciales en América Latina. De ellas, en 14 perdió el partido que estaba en el gobierno. La pregunta es: ¿Qué pasará en Paraguay?

de IDEA Internacional

Democracia. “Para consolidarla en el país hay que profundizarla internamente en los partidos”.

FAKE NEWS. “Es muy difícil controlarlo y cuidar para no quebrantar la libertad de expresión”.

híbrido. “(Paraguay) ya no es una democracia ni un régimen autoritario. Es una situación intermedia”.

Financiamiento Político. “Sigue siendo el gran tema pendiente, a pesar de que hay una ley”.

Perfil
Daniel Zovatto es analista y conferencista internacional. Doctor en Derecho Internacional, en Gobierno y Administración Pública. Autor de 40 libros (como autor, coautor, editor, coordinador o compilador) y de más de 100 artículos sobre temas de elecciones, democracia y gobernabilidad, así como de relacionados con las elecciones, la gobernabilidad y la democracia en América Latina.

No es exclusivo de Paraguay, pero los indicadores de percepción de corrupción colocan a Paraguay en el sótano, prácticamente.

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